martes, 25 de agosto de 2020

ELOGIO DEL TUERCEBOTAS : GRECIA Y EL DÍA QUE GANAMOS A LOS WARRIORS

 

PRÓLOGO: ¿FILÓSOFOS GRIEGOS CONTRA ROMANOS INGENIEROS?

 

Todos conocemos a alguien que tiene la psicomotricidad de un perezoso de tres dedos y sin embargo, cuando juega al fútbol siempre intenta hacer increíbles jugadas, taconazos, controles imposibles, gambetas que jamás le saldrán, que su naturaleza le ha negado. Muchas veces este intento acaba en situaciones hilarantes o directamente lesivas para su salud. Todos tenemos un amigo que canta como un perro constipado o toca como un mono epiléptico pero aún así compone canciones y las interpreta con todo el sentimiento, las muestra sin rastro de vergüenza ni miedo, destrozando oídos en su intención de conmover corazones. Todos hemos visto a alguien que se cree un Don Juan, pero que tiene el cuerpo de  Danny de Vitto y la  la gracia de un adoquín, requebrando y creyendo que está soliviantando al género opuesto con su planta y sus ocurrencias cuando lo que está provocando es el más absoluto espanto o vergüenza ajena. Si no conoces a ese alguien, tengo noticias para ti :ese alguien eres tú, o peor todavía, soy yo. Somos hijos de una estirpe maldita, estetas con manos de carniceros, almas de poeta con boca de estibador, espíritus bohemios encarcelados en rutinas de funcionario. Todos somos hijos de nuestras contradicciones, pero las mías, por ser mías, son las más dolorosas, y también las mejores. Una de estas dolorosas y orgullosas contradicciones es la siguiente:  Siendo cruyfista, epicúreo, radical  del "passing game" y amante del  fútbol euclidiano de triángulos , simpatizo con la selección de Grecia, campeona de Eurocopa de  Portugal 2004, un equipo de juego básico, militarizado  y de brocha gorda, en definitiva mucho más romano que griego en su espíritu pragmático, si nos atenemos a la clásica comparación que se hace entre las dos culturas antiguas del Mediterráneo: Los griegos eran filósofos y poetas y los romanos ingenieros y legisladores.


 


                      Los argonautas de la Euro2004. Fuente: https://es.uefa.com


EPISODIO I: PASE USTED, CABALLO DE TROYA DE EXÓTICO NOMBRE.

 

El contexto es el siguiente: La Eurocopa se celebraba en Portugal, la selección española no se había quitado de encima la maldición de cuartos  (ese año nos la quitaríamos por la vía de no pasar de grupo), La prensa española haría gala de su tradicional esquizofrenia cronológica: Dar por campeona a la selección española antes de jugar el primer partido (nosotros) y tirarse de los pelos tras la debacle preguntándose cómo podían ser tan malos (ellos).El encuadre en el grupo  A podía invitar a un moderado optimismo, pues los rivales eran la anfitriona Portugal, y dos equipos sin tradición futbolística como Rusia y la protagonista de esta entrada, Grecia, que era el combinado candidato a irse a casa con un cero como una rotonda en el casillero de partidos ganados. 


Una historia en cuatro capítulos. Fuente: 
https://sanet.wordpress.com/2008/03/14/las-portadas-de-la-seleccion/

A Portugal se le pronosticaba un buen papel, porque además de su condición de anfitriona era un equipo aseado con más de un buen jugador por línea (Carvalho, Rui Costa, Deco Figo, Ronaldo, Pauleta), mezclaba  juventud y experiencia y estaban dirigidos desde el banquillo por el viejo zorro de Scolari, que dos años antes había conseguido el campeonato mundial con Brasil.   No para ser campeones (eso sería España, por supuesto), pero sí para desarrollar un buen desempeño en el torneo, según "los expertos" de la prensa y los bares.

Grecia y Rusia, como hemos dicho, tenían el papel de convidados de piedra  (Por ahí andaba Mostovoi con 36 años en el combinado eslavo)

Para el equipo griego, la de 2004 fue su segunda participación en una Eurucopa. La primera había tenido lugar 24 años antes, cuando la competición se celebró en Italia y donde hicieron un papel más bien modesto, como cabía esperar. El equipo se presentaba cuajados de nombre tan sonoros y helénicos como Nikopolidis, su portero, Zargorakis, su capitán o Charisteas, su goleador y dirigidos por Otto Rehagel, entrenador suizo  que cumplía el sueño de todo germano de instaurar su orden en un indisciplinado grupo de sureños (o PIGS, en términos más actuales). Entre mucho trabajador sin demasiado talento individual, destacaban el lateral Seitaridis, campeón europeo con el Porto, Karagounis,(¡¡Karagounis!!) centrocampista todoterreno y Tsartas, ex jugador del Sevilla y probablemente el jugador con más talento del combinado. Con esos nombres, imposible no quererlos.

El partido inaugural fue el Portugal- Grecia,  un regalo para que los lusos comenzaran  su  campeonato de forma tranquila ante el rival más débil a priori. Pero resultó que el regalo de madera estaba preñado de aqueos que salieron de sus entrañas con ganas de hacer sangre en el Estadio do Dragão de Oporto. Aquí fue donde los griegos mostraron las armas que usarían durante todo el campeonato. Defensa sin sonrojo, solidaridad en el esfuerzo por parte de todas las líneas, contraataques muy seleccionados ejecutados con precisión y fortaleza en el balón parado en las dos áreas. Grecia ganó 1-2 este partido haciendo uso de todo este arsenal. Comenzó ganando 0-2 y un joven Cristiano Ronaldo sería protagonista en las dos áreas, primero cometiendo penalti sobre Seitaridis y finalmente recortando distancias. Fue el único partido en toda la Eurocopa en el que metieron más de un gol. Tras comenzar dando la sorpresa, empataron contra España y perdieron contra Rusia. Quizá el partido más dramático fue este último:comenzaron perdiendo por dos goles a cero contra una Rusia que ya no se jugaba nada, este resultado dejaba a los griegos fuera de los cruces y metía a España que estaba bregando con Portugal por conseguir el mismo objetivo. Finalmente, un gol de Vryzas, tras una jugada a trompicones que comenzó en un saque de banda  volvía a clasificar a los azules . Drama y épica son términos que inventaron ellos. El golaverage dejó fuera a España y dio chance a los helenos para continuar el torneo en la fase eliminatoria. También quedaron fuera de la última fase equipos potentes sobre el papel como Italia y Alemania.

             

Grecia se enfrentó en cuartos de final con la vigente campeona, una Francia en decadencia. El partido comenzó con diversas ocasiones para los griegos que pusieron a prueba al inefable Fabian Barthez. Francia no supo encontrar hueco en el entramado defensivo del equipo de Rehagel, salvo alguna tímida ocasión de Tierry Henry, hasta que en el minuto 65, Charisteas remata de cabeza una centro de Zargorakis. Los griegos defenderían su ventaja hasta el final del tiempo reglamentado y se encontrarían en semifinales con el equipo de la República Checa, un encuentro que significaba un combate entre dos modos de entender el fútbol.

 

CORO: EL DÍA QUE GANAMOS A LOS WARRIORS

 

A estas alturas del campeonato, la masa social estaba dividida con respecto a Grecia.  En un plato de la balanza pesaba la simpatía habitual que despiertan los equipos más débiles sobre el papel,en el otro, el rencor que permanece en ciertos aficionados por haber eliminado a tu selección. En el caso de los aficionados españoles se había suavizado porque los griegos también habían eliminado a Francia y todo lo que sea hacer mal a Francia aquí es bien recibido. Luego están las críticas al estilo de juego ultradefensivo y poco vistoso que planteaban los griegos (algo sobre lo que volveremos más adelante) y finalmente están las historias personales. Puede caerte bien un equipo porque los nombres de los jugadores son graciosos (todo futbolero sabe que en estos torneos tienes que IR con alguien para que sea realmente divertido, y si ese equipo es eliminado, coger a otro para apoyar y a otro para odiar hasta la final, no te fíes del que dice “que gane el mejor”), o porque te recuerda una vieja historia personal.

 

El peor colista de la historia. Fuente: https://conddedeporte.com/

El fútbol no sería nada si no tuviera esa capacidad de ser espejo distorsionado y comprimido en noventa minutos de la vida real. Recuerdo haberme hecho simpatizante del Sporting de Gijón allá por el año 1998, porque el equipo en el que jugaba yo por aquel entonces llevaba una trayectoria paralela a la de los asturianos: Perder todos los fines de semana. Esa temporada el Sporting batió el récord de ser el colista con menos puntos de la historia de la Liga y de las competiciones europeas. Sobre nuestra temporada no quedaron registros, afortunadamente. Desde entonces, y han pasado años, no puedo evitar echarle una ojeada a los resultados para ver cómo ha quedado el equipo rojiblanco o marcar la victoria en su casilla de la quiniela siguiendo un impulso sentimental, y por lo tanto irracional.

La victoria de Grecia en la Euro 2004, en cambio me recuerda una de esas historias mínimas con las que la gente de a pie nos sentimos, de vez en cuando, casi héroes, una “gesta” sucedida en un torneo de instituto cuatro o cinco años antes. Durante muchas primaveras de nuestra etapa escolar se jugaba, normalmente un día de mayo, un torneo llamado "12 horas de Fútbol Sala", en las que por edades, equipos de todas las clases se apuntaban “Las 12 horas de fútbol sala” eran una fiesta que nos sacaba de las aulas, anunciaba el verano con sus días largos y laxos y nos daba la oportunidad de ver, tontear,  hablar (los más avezados) con seres hormonados de otro sexo de otras clases y de otros cursos. Además el pabellón estaba en una residencia universitaria femenina donde las chavalas salían al césped a tomar el sol, y para qué quieres más, adolescente sobreexcitado. 

Nosotros, mi querido ejército de frikis, nos presentábamos todos los años con nombres frikis,  recibíamos severas palizas y nos quedábamos el resto del día haciendo el gilipollas en los jardines y viendo cómo avanzaba el torneo y los demás se llevaban  los aplausos, la gloria  y los trofeos de plastiquete y latón. Año tras año se presentaban y ganaban el torneo en su categoría LOS WARRIORS, que por su nombre de flipados (no quiero abrir el melón de si se llamaban así por la película de culto que trata sobre  un viaje en metro en Nueva York  o simplemente por molar) se puede deducir que eran los populares, los guapos, los coordinados, los que llevaban zapatillas Nike y vestían a la moda, los que jugaban de puta madre al fútbol, para qué negarlo. Nosotros ese año éramos el Roosevelt F.C porque éramos grandes admiradores del New Deal- así es, valores firmes en la adolescencia, como veis, íbamos pidiendo la colleja-  Cuando se supo el cruce, la masacre estaba servida, la risita de los que leían el folio con los emparejamientos era inevitable y el vacile de los más gilipollas de los Warriors días antes, también. Y con razón, porque nuestro equipo era para verlo, parecía escrito por un guionista de película americana en la que un grupo de negados alcanza la gloria con la ayuda de un perro o un entrenados de ligas mayores condenado a hacer servicios sociales. El plantel era el siguiente: Yo estaba de portero, como gordo había ido retrocediendo puestos y ahí me defendía como buenamente podía. Defensa, larguirucho, desgarbado, aficionado a los cómics, enciclopedia andante del rock and roll con una coordinación dificultada por un desarrollo por aquel entonces irregular.. Luego en la Troika dirigente de ese "grupo salvaje"había un chaval algo mejor dotado para el deporte al que no se le daba mal , pero que tenía en la cabeza unas fantasías muy fuera de su alcance en el mundo real. Resumiendo, por ahora, gordo, torpe y fantasioso.  También había un tímido muchacho silencioso que había llegado el año anterior a nuestro curso y cayó directamente en el grupo de  perdedores por la vía de no encajar en la sociedad chicos- chicas guays. Pal equipo también. El toque de calidad lo ponía un antiguo Warrior (del A, buhh) que prefería jugar con los colegas que con los gilipollas de su clase, lo que aportaba drama al cruce y cerraba el equipo el ya conocido enfermo del fútbol y coautor del blog, Daniel, este sí dotado para la práctica del fútbol.

        

F.D Roosevelt contempla con preocupación el cruce con "Los Warriors"

Con estos mimbres comenzamos el partido, sin saber muy bien qué hacer y obviamente sin la posesión de la pelota. Los Warriors driblaban, tiraban, acosaban pero inopinadamente, defensa torpe, portero gordo, muchacho abstraído, todos, realizamos una exhibición defensiva que empezó a poner nervioso al equipo contrario. Medias melenas se agitaban, zapatllas de Nike y camisetas originales de equipos de moda en Europa se empapaban de sudor que no era del esfuerzo por su parte. Por la nuestra, chándales de táctel comprados en Portugal, camisetas jevis parduzcas se movían por la cancha y robaban pelotas como demonios. Es como si sacáramos críticos en todas las tiradas de dados defensivas. Terminamos las primera parte cero cero. Nadie deba crédito. Para nosotros ya era un éxito. Eso  quería decir que podíamos no perder de tanto. Comenzó la segunda parte y siguió el asedio, la gente de las gradas ya había cobrado simpatía por nosotros, que seguíamos sin tener una ocasión, pero abortando todas las suyas. Hasta que a unos siete minutos del final,  uno de los mejores jugadores del equipo hizo una carrera por toda la banda de portería a portería y puso un caramelito para rematar a placer a nuestro querido jugador fantasioso. Gol. Uno cero para los parias. Ya nadie entendía nada. Ahora éramos nosotros sudamos nerviosos, que no es lo mismo defender sin nada que perder que proteger algo valioso como un tesoro. En el peor de los casos perderíamos dos o tres a uno, y le habíamos plantado cara a los todopoderosos Warriors. La norma decía, que si un equipo iba ganando antes de tres minutos del final, el partido se acababa. Y tras un agónico final que siguió la tónica de todo el partido, y aprovechándonos de la norma. Ganamos. 1- 0. Un tiro, un gol.  Las caras de los contrarios habría dado lástima si no se lo tuvieran tan merecido. Ahora sí que no entendían nada, triunfadores, populares, la banda de los que molan, humillados por un hatajo de tuercebotas granujientos en su terreno, el de la exhibición atlética.  Público en pie, aplaudiendo, hurgando en la herida. Imposible no simpatizar con Grecia años después. Quizá entre el público se encontraba el futuro seleccionador de Grecia y tomó buena nota de lo que se puede hacer con una panda de tuercebotas a los que nadie ha invitado a la fiesta.

Por cierto, en la siguiente ronda, otro equipo que no recuerdo nos devolvió a nuestro estado natural endosándonos unos cuantos goles y echándonos de las eliminatorias. Pero nos importó bien poco.

 

EPISODIO II: LOS RUBIOS CHECOS Y EL  REGRESO DE  DE ULISES

 

Hay mucho escrito sobre la intrascendente cuestión de si los griegos de la época clásica eran rubios arios, morenos mediterráneos o tornasolados cual seres de fantasía. De lo que no cabe duda es que esa semifinal, República Checa contra Grecia representaba un duelo de antagónicos totales, el fútbol preciosista  y creativo de los rubios checos, capitaneados por el   inigualable Pavel Nedved, melena dorada al viento incluida,  contra el juego pragmático y defensivo de los oscuros helenos. El peso del juego recayó como se esperaba en los checos, que comenzaron el partido con claras ocasiones que abortó Nikopolidis. La dosis de fortuna ( o la diosa Tiqué, en este caso) se alió con la escuadra mediterránea cuando el capitán Nevdev, vigente ganador del Balón de Oro), se lesionó y tuvo que abandonar el terreno de juego.   Grecia por su parte se atrincheró en su tercio del campo y aguantó el cero a cero durante los noventa minutos reglamentarios.  Finalmente, como todos nos empezábamos a temer, y calcando el guion del partido entre Warriors y Roosevelt F.C, en la primera parte de la prórroga, Dellas (Traianos Dellas, alguna pista del espíritu romano del que hacían gala estos griegos nos daba el nombre del central) cabeceó un córner sacado por Tsartas. Existía por aquel entonces la efímera y esperpéntica norma del gol de plata (quizá también copiada del torneo de las "12 horas de fútbol sala") el que marcaba en la primera parte del tiempo adicional se llevaba el partido. Los griegos se llevaron la semifinal, y he de reconocer, que a pesar de toda la literatura que le estoy echando al tema, mi corazoncito quería un poco más fuerte la victoria checa aunque mi boca llevaba alabando el mérito griego durante casi todo el torneo, menos cuando la gente defendía a Grecia, en cuyo caso restaba valor a su hazaña (yo soy así y hay que quererme igual).
 
Charisteas. Media ocasión, un gol
En la final del campeonato, esperaba Portugal       que había ganado a Holanda. Como Ulises regresando a Ítaca, los hijos de Zeus         volvían donde comenzaron su andadura. Y el         resto es historia. Grecia ganó a los lusos. Gol         de    Charisteas en el 57. Un córner, un gol.      
Defensa griega, oportunidades portugesas. Greciacampeona. La gente no daba, no  dábamos crédito. Zagorakis, el capitán de Grecia fue elegido mejor jugador del torneo y los helenos culminaron una epopeya que no se ha vuelto a repetir. Según este artículo de AS, el campeón más rácano de la historia:

"La segunda selección que menos remates ha realizado por partido (7,8), la quinta por la cola que menos chutó entre los tres palos (3,5 por encuentro), la octava en la media goleadora (1,1), la penúltima en posesión del balón (un 43 por ciento en cada encuentro)... Los números definen a la nueva campeona de Europa de selecciones y hablan de un fútbol timorato, pero intachable en términos de efectividad. En la mayoría de indicadores que descubren si un equipo ataca mucho aparece en las últimas posiciones. Nunca una selección ganó tanto con tan pocos argumentos ofensivos. Ni con tantos futbolistas de perfil medio en sus filas. El propio gol de Charisteas en la final resume a la selección que ha dado la campanada en esta Eurocopa: un único córner, un gol y un campeón."

        Fuente:


EPÍLOGO

 

Hay varios aspectos discutibles en las afirmaciones maniqueas de este texto, pero vaya por delante de que en general hablo de memoria sobre las sensaciones que me transmitió Grecia. Sobre la condición de equipo defensivo con el que se etiquetó, su propio seleccionador contestó a un periodista diciendo que en el primer partido recibieron un penalti sobre Seitaridis, que era un defensa que se había incorporado al ataque, así que de defensivos nada. También hay que poner en contexto que todo esto sucedió antes de que Mourinho y el mourinhismo desembarcaran en España, por lo que el fútbol defensivo estaba mal visto incluso en equipos menos talentosos. Luego llegaría el portugués a poner a once jugadores de extraordinaria habilidad a defender y dar pelotazos y los periódicos españoles lo llamarían "genio táctico". Por otro lado, en el equipo griego una de las cosas que más cautivaba era su disciplina de "juego en equipo": cómo un jugador cruzaba cincuenta metros para hacer una falta necesaria porque sabía que su compañero en esa posición tenía una tarjeta amarilla.

Y finalmente, la comparación griegos- poetas filósofos vs Romanos -ingenieros pragmáticos es poco más que literatura. Sobre luchar, defenderse  y amparar al compañero bien sabían los hoplitas, la milicia de las Ciudades- Estado clásicas del Hélade, que defendían con su escudo la mitad de su cuerpo y la mitad del cuerpo de su compañero.

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