jueves, 20 de marzo de 2014

FÚTBOL Y POESÍA: Extraños encuentros casuales.



¿Qué es poesía? Me dices  mientras con la vena del cuello hinchada y los ojos desorbitados cantas ¡ÁRBITRO CABRÓN HIJOPUTA MARICÓN! al ritmo que te marcan las delicadas notas de un bombo... ¿Hay algo más antitético que fútbol y poesía? Quizá los binomios Pérez- Reverte/ Calidad literaria o Legionario/ Buen gusto, estén casi al mismo nivel de incompatibilidad. Fútbol y poesía, conceptos difíciles de conjugar. Hemos visto que filósofos, escritores y ensayistas han escritp hermosas páginas sobre el deporte que nos ocupa. Galeano, Camus, Hornby, Montalbán han  dedicado su prosa a tardes de gloria, a momentos de infancia, a reflexiones metafísicas, políticas y hasta gastronómicas con el balón como protagonista. Más difícil es encontrar sin embargo, poemas; versos inspirados y de calidad con la misma temática de autores consagrados. Pudiera parecer que no hay vida poética en las gradas más allá de los pareados cantados por la afición para atormentar al rival o ensalzar a tu equipo. Pero si rascamos un poco la superficie, podemos encontrar algunos más que dignos ejemplos (nos ceñiremos a la literatura en castellano) de poetas de fama universal que dedicaron su tinta en alguna ocasión al balón y aledaños. Como en una tanda de penaltis, damos cinco muestras de poemas dedicados al fútbol con la pequeña historia que encierran detrás, cada poeta con su estilo, Benedetti lanza a lo Panenka y el poema entra suavemente en la red, mientras que Celaya suelta un trallazo arriba que dobla las manos al portero y acaba entrando....




Miguel Hernández (abajo segundo por
la derecha) y el resto de componentes
de "La Repartidora"
Uno de los casos más reseñables de poetas que dedicaron algunos de sus versos al noble arte de hacer el balón  rodar fue Miguel Hernández, el más grande poeta que jamás dio este país. Parece ser que el oriolano era gran aficionado al fútbol y militaba en el equipo de aficionados "La Repartidora". Dicen los testigos que no estaba especialmente dotado para los lances atléticos que exigía su posición como extremo derecho, algo que ya nos hace sospechar su apodo de guerra. "La barbacha" (Caracol). Afortunadamente el poeta supo suplir sus carencias con pasión como en otros lances de su vida y decidió ayudar a la repartidora desde otros flancos. Así, creo el himno del club, y otros cantos de ánimo a los jugadores de este equipo amateur, aunque su poema futbolístico reconocido como tal es la elegía que escribió a Lolo Sampedro, el portero del Orihuela después de su muerte, en "Elegía al Guardameta":

Tu grillo, por tus labios promotores,
Miguel Hernández declamando su elegía.
de plata compostura,
árbitro, domador de jugadores,
director de bravura,
¿no silbará la muerte por ventura?
En el alpiste verde de sosiego,
de tiza galonado,
para siempre quedó fuera del juego
sampedro, el apostado
en su puerta de cáñamo añudado.
Goles para enredar en sí, derrotas,
¿no la mundial moscarda?
que zumba por la punta de las botas,
ante su red aguarda
la portería aún, araña parda.
Entre las trabas que tendió la meta
de una esquina a otra esquina
por su sexo el balón, a su bragueta
asomado, se arruina,
su redondez airosamente orina.
Delación de las faltas, mensajeras
de colores, plurales,
amparador del aire en vivos cueros,
en tu campo, imparciales
agitaron de córner las señales.
Ante tu puerta se formó un tumulto
de breves pantalones
donde bailan los príapos su bulto
sin otros eslabones
que los de sus esclavas relaciones.
Combinada la brisa en su envoltura
bien, y mejor chutada,
la esfera terrenal de su figura
¡cómo! fue interceptada
por lo pez y fugaz de tu estirada.
Te sorprendió el fotógrafo el momento
más bello de tu historia
deportiva, tumbándote en el viento
para evitar victoria,
y un ventalle de palmas te aireó gloria.
Y te quedaste en la fotografía,
a un metro del alpiste,
con tu vida mejor en vilo, en vía
ya de tu muerte triste,
sin coger el balón que ya cogiste.
Fue un plongeón mortal. Con ¡cuánto! tino
y efecto, tu cabeza
dio al poste. Como un sexo femenino,
abrió la ligereza
del golpe una granada de tristeza.
Aplaudieron tu fin por tu jugada.
Tu gorra, sin visera,
de tu manida testa fue lanzada,
como oreja tercera,
al área que a tus pasos fue frontera.
Te arrancaron, cogido por la punta,
el cabello del guante,
si inofensiva garra, ya difunta,
zarpa que a lo elegante
corroboraba tu actitud rampante.
¡Ay fiera!, en tu jaulón medio de lino,
se eliminó tu vida.
Nunca más, eficaz como un camino,
harás una salida
interrumpiendo el baile apolonida.
Inflamado en amor por los balones,
sin mano que lo imante,
no implicarás su viento a tus riñones,
como un seno ambulante
escapado a los senos de tu amante.
Ya no pones obstáculos de mano
al ímpetu, a la bota
en los que el gol avanza. Pide en vano,
tu equipo en la derrota,
tus bien brincados saques de pelota.
A los penaltys que tan bien parabas
acechando tu acierto,
nadie más que la red le pone trabas,
porque nadie ha cubierto
el sitio, vivo, que has dejado, muerto.
El marcador, al número al contrario,
le acumula en la frente
su sangre negra. Y ve el extraordinario,
el sampedro suplente,
vacío que dejó tu estilo ausente.


También versaba sobre un portero el poema balompédico de uno de los autores más reconocidos de la literatura contemporánea española. Estoy hablando de  "Oda a Platko" de Rafael Alberti,  también conocido como "Al oso rubio de Hungría" El poema conmemora una anécdota que sucedió en la final de copa de 1928. Disputaban el tercer y definitivo partido de la fina en los Campos de Sport del Sardinero  Real Sociedad de San Sebastián y Fútbol Club Barcelona. El mismo Alberti asistió al evento. Según narró con sus propias palabras: “ Un partido brutal. [...] Se jugaba un partido de fútbol, pero también el nacionalismo. [...] Platko, un gigantesco guardameta húngaro, defendía como un toro el arco catalán. Hubo heridos, culatazos de la Guardia Civil y carreras del público. En un momento desesperado, Platko fue acometido tan furiosamente por los de la Real Sociedad que quedó ensangrentado, sin sentido, a pocos metros de su puesto, pero con el balón entre sus brazos [...] apareció de nuevo, vendada la cabeza, fuerte y hermoso, decidido a dejarse matar"


Platko tras el choque con Cholin
Ferenç Platko era el portero húngaro del Barcelona en ese momento, un gigante rubio que se hizo aún más grande cuando los delanteros de la Real Sociedad atacaban con más furia el aro azulgrana. En uno de estos lances, el delantero centro de los donostirras, Cholin, dirigía el balón hacia la portería sin más obstáculo que el guardameta, el cual no vaciló en tirarse a los pies del atacante para blocar la pelota, y recibir el impacto de la bota del rival destinado al balón en su propia cabeza. Tras la conmoción y seis puntos de sutura, tal y como cuenta Alberti, Platko volvió al campo y siguió parando hasta conseguir la copa para el Barcelona. El poeta inmortalizó este momento con este poema/crónica/instantátea:






Oda a Platko

Ni el mar,
que frente a ti saltaba sin poder defenderte.
"El oso rubio de Hungría"
Ni la lluvia. Ni el viento, que era el que más rugía.
Ni el mar, ni el viento, Platko,
rubio Platko de sangre,
guardameta en el polvo,
pararrayos.
No nadie, nadie, nadie.
Camisetas azules y blancas, sobre el aire.
Camisetas reales,
contrarias, contra ti, volando y arrastrándote.
Platko, Platko lejano,
rubio Platko tronchado,
tigre ardiente en la yerba de otro país.
¡ Tú, llave, Platko, tu llave rota,
llave áurea caída ante el pórtico áureo !
No nadie, nadie, nadie,
nadie se olvida, Platko.
Volvió su espalda al cielo.
Camisetas azules y granas flamearon,
apagadas sin viento.
El mar, vueltos los ojos,
se tumbó y nada dijo.
Sangrando en los ojales,
sangrando por ti, Platko,
por ti, sangre de Hungría,
sin tu sangre, tu impulso, tu parada, tu salto
temieron las insignias.
No nadie, Platko, nadie,
nadie se olvida.
Fue la vuelta del mar.
Fueron diez rápidas banderas
incendiadas sin freno.
Fue la vuelta del viento.
La vuelta al corazón de la esperanza.
Fue tu vuelta.
Azul heróico y grana,
mando el aire en las venas.
Alas, alas celestes y blancas,
rotas alas, combatidas, sin plumas,
escalaron la yerba.
Y el aire tuvo piernas,
tronco, brazos, cabeza.
¡ Y todo por ti, Platko,
rubio Platko de Hungría !
Y en tu honor, por tu vuelta,
porque volviste el pulso perdido a la pelea,
en el arco contrario al viento abrió una brecha.
Nadie, nadie se olvida.
El cielo, el mar, la lluvia lo recuerdan.
Las insignias.
Las doradas insignias, flores de los ojales,
cerradas, por ti abiertas.
No nadie, nadie, nadie,
nadie se olvida, Platko.
Ni el final: tu salida,
oso rubio de sangre,
desmayada bandera en hombros por el campo.
¡ Oh, Platko, Platko, Platko
tú, tan lejos de Hungría !
¿ Qué mar hubiera sido capaz de no llorarte ?
Nadie, nadie se olvida,
no, nadie, nadie, nadie.

Lo que es menos conocido es que el también poeta Gabriel Celaya, aficionado "txuriurdin" de pura cepa,divergía de todo punto con esta visión del partido, y en lugar de tener un enfrentamiento callejero con Alberti, escribió esta curiosa "Contra oda del poeta de la Real Sociedad" utilizando argumentos que un siglo después todavía no han caído en desuso:


Y recuedo también nuestra triple derrota
La Real Sociedad en 1928
en aquellos partidos frente al Barcelona
que si nos ganó, no fue gracias a Platko
sino por diez penaltis claros que nos robaron.
Camisolas azules y blancas volaban
al aire, felices, como pájaros libres,
asaltaban la meta defendida con furia
y nada pudo entonces toda la inteligencia
y el despliegue de los donostiarras
que luchaban entonces contra la rabia ciega
y el barro, y las patadas, y un árbitro comprado.
Todos lo recordamos y quizá más que tu,
mi querido Alberti, lo recuerdo yo,
porque yo estaba allí, porque vi lo que vi,
lo que tú has olvidado, pero nosotros siempre
recordamos: ganamos. En buena ley, ganamos
y hay algo que no cambian los falsos resultados.

Sin abandonar el solar ibérico, podemos citar otro poeta de la generación del 27 que dedicó algún verso al fútbol, esta vez como entretenimiento infantil y recuerdo nostálgico y feliz. Gerardo Diego escribió en 1961 "Balón de fútbol" dentro del poemario: "Mi Santander, mi cuna, mi palabra". Y a pesar de la distancia cronológica e ideológica que separa al autor de estos versos con el que suscribe, es imposible no identificarse con los partidos de fútbol de después de clase en la plazuela, libros y chaquetas haciendo de portería, mundialito o todos contra todos, hasta que anochece y hay que irse a casa...

Balón de fútbol

¿Tener un balón ? Dios mío.
Ilustración de Constantino Gacía Gómez sobre el texto de Gerardo Diego.
Qué planeta de fortuna.
Vamos a los Arenales :
cinco hectáreas de desierto,
cuadro y recuadro del puerto.

Qué olor la Tabacalera.
-Suelta ya el balón. Incera.
-No somos once. -No importa.
Si no hay eleven hay seven.
Qué elegante es el inglés :
decir sportman, team, back ;
gritar goal, córner, penalty.
(Aún no se ha abierto el Royalty.)

-Marca tú la portería :
textos y guardarropía.
-Somos siete contra siete.
Un portero y un defensa,
dos medios, tres delanteros ;
eso se llama la uve.
Y a jugar. Vale la carga.
pero no la zacandilla.
Yo miedo nunca lo tuve ;
(Una brecha en la espinilla.)

Ya se desinfla el balón.
Sopla tú fuerte la goma.
Ata ya el cuero marrón.
El de badana en colores
déjase a los menores
para botar con la mano.

 Mañana a la Magdalena
a jugar contra el « Piquío ».
Y al « Plazuela », desafío.

Tener un balón, Dios mío.

Para terminar saltamos el charco para dar una muestra de la lírica canchera que nos ofrece la literatura latinoamericana. Soy consciente de que en una entrada dedicada a fútbol, y poesía, solo aparezcan nombrados un par de poetas latinos  es tremendamente injusto, puesto que escritores e intelectuales latinoamericanos han escrito siempre sin el complejo de sus colegas ibéricos sobre el fútbol, quizá por haber estado siempre más cercanos al pueblo que sus colegas transatlántico. Autores como el chileno Nicanor Parra o Juan Gelmán han escrito sin rubor y con orgullo de su pasión por el deporte rey. Hasta existe en Perú, un equipo llamado como el poeta César Vallejo. Aunque el equipo tome el nombre de la Universidad cuyo epónimo homenajea al vate, no existe simbiosis más perfecta entre ambas disciplinas que el "Universidad César Vallejo Club de Fútbol", escuadra trujillense que milita en la primera división. Pero el poema que elegimos para cerrar esta tanda, no es de Vallejo, si no, y con el permiso de Galeano, del también escritor y poeta uruguayo Mario Benedetti, además de escribir el "Libro del fútbol" y cuentos como "Puntero izquierdo" escribió este poema/ homenaje a Maradona:

Hoy Tu Tiempo Es Real

Hoy tu tiempo es real, nadie lo inventa
Mario Benedetti
Y aunque otros olviden tus festejos
Las noches sin amos quedaron lejos
Y lejos el pesar que desalienta.

Tu edad de otras edades se alimenta
No importa lo que digan los espejos
Tus ojos todavía no están viejos
Y miran, sin mirar, más de la cuenta

Tu esperanza ya sabe su tamaño
Y por eso no habrá quien la destruya
Ya no te sentirás solo ni extraño.

Vida tuya tendrás y muerte tuya
Ha pasado otro año, y otro año
Les has ganado a tus sombras, aleluya.

"Un balón envenenado" un ¿breve?
affair entre poesía y fútbol.
Afortunadamente, y contradiciendo la tesis principal del artículo, parece ser que algo se está moviendo en el mundo literario y comienza a haber iniciativas que dan cabida a fútbol y poesía. Una de ellas es la selección "Un balón envenenado", un libro editado por la Editorial Visor de Poesía, con el poeta Luis García Montero como padrino del proyecto, en el que se recogen textos como los que se han mostrado en esta entrada y y algunos otros de poetas modernos. Una iniciativa similar es "El gol nuestro de cada día, poemas escogidos de fútbol", una antología de poemas e que aparecen autores como el mismo García Montero, Luis Alberto de Cuenca, Harold Pinter o Humberto Saba. Y es que por mucho que se nieguen los intelectuales rancios y probablemente tuercebotas tipo Sánchez Dragó;  Zidane  rematando un balón llovido, en un escorzo imposible que impulsa el esférico por  el aire en blandas líneas de fantasía hasta cruzar la escuadra del arco contrario, no deja de ser poesía.




Para más información sobre este tema:



http://davidbecerramayor.blogspot.com.es/2014/02/miguel-hernandez-pierna-cambiada.html

http://elasombrario.com/la-champions-y-los-versos-de-amor/