martes, 25 de agosto de 2020

ELOGIO DEL TUERCEBOTAS : GRECIA Y EL DÍA QUE GANAMOS A LOS WARRIORS

 

PRÓLOGO: ¿FILÓSOFOS GRIEGOS CONTRA ROMANOS INGENIEROS?

 

Todos conocemos a alguien que tiene la psicomotricidad de un perezoso de tres dedos y sin embargo, cuando juega al fútbol siempre intenta hacer increíbles jugadas, taconazos, controles imposibles, gambetas que jamás le saldrán, que su naturaleza le ha negado. Muchas veces este intento acaba en situaciones hilarantes o directamente lesivas para su salud. Todos tenemos un amigo que canta como un perro constipado o toca como un mono epiléptico pero aún así compone canciones y las interpreta con todo el sentimiento, las muestra sin rastro de vergüenza ni miedo, destrozando oídos en su intención de conmover corazones. Todos hemos visto a alguien que se cree un Don Juan, pero que tiene el cuerpo de  Danny de Vitto y la  la gracia de un adoquín, requebrando y creyendo que está soliviantando al género opuesto con su planta y sus ocurrencias cuando lo que está provocando es el más absoluto espanto o vergüenza ajena. Si no conoces a ese alguien, tengo noticias para ti :ese alguien eres tú, o peor todavía, soy yo. Somos hijos de una estirpe maldita, estetas con manos de carniceros, almas de poeta con boca de estibador, espíritus bohemios encarcelados en rutinas de funcionario. Todos somos hijos de nuestras contradicciones, pero las mías, por ser mías, son las más dolorosas, y también las mejores. Una de estas dolorosas y orgullosas contradicciones es la siguiente:  Siendo cruyfista, epicúreo, radical  del "passing game" y amante del  fútbol euclidiano de triángulos , simpatizo con la selección de Grecia, campeona de Eurocopa de  Portugal 2004, un equipo de juego básico, militarizado  y de brocha gorda, en definitiva mucho más romano que griego en su espíritu pragmático, si nos atenemos a la clásica comparación que se hace entre las dos culturas antiguas del Mediterráneo: Los griegos eran filósofos y poetas y los romanos ingenieros y legisladores.


 


                      Los argonautas de la Euro2004. Fuente: https://es.uefa.com


EPISODIO I: PASE USTED, CABALLO DE TROYA DE EXÓTICO NOMBRE.

 

El contexto es el siguiente: La Eurocopa se celebraba en Portugal, la selección española no se había quitado de encima la maldición de cuartos  (ese año nos la quitaríamos por la vía de no pasar de grupo), La prensa española haría gala de su tradicional esquizofrenia cronológica: Dar por campeona a la selección española antes de jugar el primer partido (nosotros) y tirarse de los pelos tras la debacle preguntándose cómo podían ser tan malos (ellos).El encuadre en el grupo  A podía invitar a un moderado optimismo, pues los rivales eran la anfitriona Portugal, y dos equipos sin tradición futbolística como Rusia y la protagonista de esta entrada, Grecia, que era el combinado candidato a irse a casa con un cero como una rotonda en el casillero de partidos ganados. 


Una historia en cuatro capítulos. Fuente: 
https://sanet.wordpress.com/2008/03/14/las-portadas-de-la-seleccion/

A Portugal se le pronosticaba un buen papel, porque además de su condición de anfitriona era un equipo aseado con más de un buen jugador por línea (Carvalho, Rui Costa, Deco Figo, Ronaldo, Pauleta), mezclaba  juventud y experiencia y estaban dirigidos desde el banquillo por el viejo zorro de Scolari, que dos años antes había conseguido el campeonato mundial con Brasil.   No para ser campeones (eso sería España, por supuesto), pero sí para desarrollar un buen desempeño en el torneo, según "los expertos" de la prensa y los bares.

Grecia y Rusia, como hemos dicho, tenían el papel de convidados de piedra  (Por ahí andaba Mostovoi con 36 años en el combinado eslavo)

Para el equipo griego, la de 2004 fue su segunda participación en una Eurucopa. La primera había tenido lugar 24 años antes, cuando la competición se celebró en Italia y donde hicieron un papel más bien modesto, como cabía esperar. El equipo se presentaba cuajados de nombre tan sonoros y helénicos como Nikopolidis, su portero, Zargorakis, su capitán o Charisteas, su goleador y dirigidos por Otto Rehagel, entrenador suizo  que cumplía el sueño de todo germano de instaurar su orden en un indisciplinado grupo de sureños (o PIGS, en términos más actuales). Entre mucho trabajador sin demasiado talento individual, destacaban el lateral Seitaridis, campeón europeo con el Porto, Karagounis,(¡¡Karagounis!!) centrocampista todoterreno y Tsartas, ex jugador del Sevilla y probablemente el jugador con más talento del combinado. Con esos nombres, imposible no quererlos.

El partido inaugural fue el Portugal- Grecia,  un regalo para que los lusos comenzaran  su  campeonato de forma tranquila ante el rival más débil a priori. Pero resultó que el regalo de madera estaba preñado de aqueos que salieron de sus entrañas con ganas de hacer sangre en el Estadio do Dragão de Oporto. Aquí fue donde los griegos mostraron las armas que usarían durante todo el campeonato. Defensa sin sonrojo, solidaridad en el esfuerzo por parte de todas las líneas, contraataques muy seleccionados ejecutados con precisión y fortaleza en el balón parado en las dos áreas. Grecia ganó 1-2 este partido haciendo uso de todo este arsenal. Comenzó ganando 0-2 y un joven Cristiano Ronaldo sería protagonista en las dos áreas, primero cometiendo penalti sobre Seitaridis y finalmente recortando distancias. Fue el único partido en toda la Eurocopa en el que metieron más de un gol. Tras comenzar dando la sorpresa, empataron contra España y perdieron contra Rusia. Quizá el partido más dramático fue este último:comenzaron perdiendo por dos goles a cero contra una Rusia que ya no se jugaba nada, este resultado dejaba a los griegos fuera de los cruces y metía a España que estaba bregando con Portugal por conseguir el mismo objetivo. Finalmente, un gol de Vryzas, tras una jugada a trompicones que comenzó en un saque de banda  volvía a clasificar a los azules . Drama y épica son términos que inventaron ellos. El golaverage dejó fuera a España y dio chance a los helenos para continuar el torneo en la fase eliminatoria. También quedaron fuera de la última fase equipos potentes sobre el papel como Italia y Alemania.

             

Grecia se enfrentó en cuartos de final con la vigente campeona, una Francia en decadencia. El partido comenzó con diversas ocasiones para los griegos que pusieron a prueba al inefable Fabian Barthez. Francia no supo encontrar hueco en el entramado defensivo del equipo de Rehagel, salvo alguna tímida ocasión de Tierry Henry, hasta que en el minuto 65, Charisteas remata de cabeza una centro de Zargorakis. Los griegos defenderían su ventaja hasta el final del tiempo reglamentado y se encontrarían en semifinales con el equipo de la República Checa, un encuentro que significaba un combate entre dos modos de entender el fútbol.

 

CORO: EL DÍA QUE GANAMOS A LOS WARRIORS

 

A estas alturas del campeonato, la masa social estaba dividida con respecto a Grecia.  En un plato de la balanza pesaba la simpatía habitual que despiertan los equipos más débiles sobre el papel,en el otro, el rencor que permanece en ciertos aficionados por haber eliminado a tu selección. En el caso de los aficionados españoles se había suavizado porque los griegos también habían eliminado a Francia y todo lo que sea hacer mal a Francia aquí es bien recibido. Luego están las críticas al estilo de juego ultradefensivo y poco vistoso que planteaban los griegos (algo sobre lo que volveremos más adelante) y finalmente están las historias personales. Puede caerte bien un equipo porque los nombres de los jugadores son graciosos (todo futbolero sabe que en estos torneos tienes que IR con alguien para que sea realmente divertido, y si ese equipo es eliminado, coger a otro para apoyar y a otro para odiar hasta la final, no te fíes del que dice “que gane el mejor”), o porque te recuerda una vieja historia personal.

 

El peor colista de la historia. Fuente: https://conddedeporte.com/

El fútbol no sería nada si no tuviera esa capacidad de ser espejo distorsionado y comprimido en noventa minutos de la vida real. Recuerdo haberme hecho simpatizante del Sporting de Gijón allá por el año 1998, porque el equipo en el que jugaba yo por aquel entonces llevaba una trayectoria paralela a la de los asturianos: Perder todos los fines de semana. Esa temporada el Sporting batió el récord de ser el colista con menos puntos de la historia de la Liga y de las competiciones europeas. Sobre nuestra temporada no quedaron registros, afortunadamente. Desde entonces, y han pasado años, no puedo evitar echarle una ojeada a los resultados para ver cómo ha quedado el equipo rojiblanco o marcar la victoria en su casilla de la quiniela siguiendo un impulso sentimental, y por lo tanto irracional.

La victoria de Grecia en la Euro 2004, en cambio me recuerda una de esas historias mínimas con las que la gente de a pie nos sentimos, de vez en cuando, casi héroes, una “gesta” sucedida en un torneo de instituto cuatro o cinco años antes. Durante muchas primaveras de nuestra etapa escolar se jugaba, normalmente un día de mayo, un torneo llamado "12 horas de Fútbol Sala", en las que por edades, equipos de todas las clases se apuntaban “Las 12 horas de fútbol sala” eran una fiesta que nos sacaba de las aulas, anunciaba el verano con sus días largos y laxos y nos daba la oportunidad de ver, tontear,  hablar (los más avezados) con seres hormonados de otro sexo de otras clases y de otros cursos. Además el pabellón estaba en una residencia universitaria femenina donde las chavalas salían al césped a tomar el sol, y para qué quieres más, adolescente sobreexcitado. 

Nosotros, mi querido ejército de frikis, nos presentábamos todos los años con nombres frikis,  recibíamos severas palizas y nos quedábamos el resto del día haciendo el gilipollas en los jardines y viendo cómo avanzaba el torneo y los demás se llevaban  los aplausos, la gloria  y los trofeos de plastiquete y latón. Año tras año se presentaban y ganaban el torneo en su categoría LOS WARRIORS, que por su nombre de flipados (no quiero abrir el melón de si se llamaban así por la película de culto que trata sobre  un viaje en metro en Nueva York  o simplemente por molar) se puede deducir que eran los populares, los guapos, los coordinados, los que llevaban zapatillas Nike y vestían a la moda, los que jugaban de puta madre al fútbol, para qué negarlo. Nosotros ese año éramos el Roosevelt F.C porque éramos grandes admiradores del New Deal- así es, valores firmes en la adolescencia, como veis, íbamos pidiendo la colleja-  Cuando se supo el cruce, la masacre estaba servida, la risita de los que leían el folio con los emparejamientos era inevitable y el vacile de los más gilipollas de los Warriors días antes, también. Y con razón, porque nuestro equipo era para verlo, parecía escrito por un guionista de película americana en la que un grupo de negados alcanza la gloria con la ayuda de un perro o un entrenados de ligas mayores condenado a hacer servicios sociales. El plantel era el siguiente: Yo estaba de portero, como gordo había ido retrocediendo puestos y ahí me defendía como buenamente podía. Defensa, larguirucho, desgarbado, aficionado a los cómics, enciclopedia andante del rock and roll con una coordinación dificultada por un desarrollo por aquel entonces irregular.. Luego en la Troika dirigente de ese "grupo salvaje"había un chaval algo mejor dotado para el deporte al que no se le daba mal , pero que tenía en la cabeza unas fantasías muy fuera de su alcance en el mundo real. Resumiendo, por ahora, gordo, torpe y fantasioso.  También había un tímido muchacho silencioso que había llegado el año anterior a nuestro curso y cayó directamente en el grupo de  perdedores por la vía de no encajar en la sociedad chicos- chicas guays. Pal equipo también. El toque de calidad lo ponía un antiguo Warrior (del A, buhh) que prefería jugar con los colegas que con los gilipollas de su clase, lo que aportaba drama al cruce y cerraba el equipo el ya conocido enfermo del fútbol y coautor del blog, Daniel, este sí dotado para la práctica del fútbol.

        

F.D Roosevelt contempla con preocupación el cruce con "Los Warriors"

Con estos mimbres comenzamos el partido, sin saber muy bien qué hacer y obviamente sin la posesión de la pelota. Los Warriors driblaban, tiraban, acosaban pero inopinadamente, defensa torpe, portero gordo, muchacho abstraído, todos, realizamos una exhibición defensiva que empezó a poner nervioso al equipo contrario. Medias melenas se agitaban, zapatllas de Nike y camisetas originales de equipos de moda en Europa se empapaban de sudor que no era del esfuerzo por su parte. Por la nuestra, chándales de táctel comprados en Portugal, camisetas jevis parduzcas se movían por la cancha y robaban pelotas como demonios. Es como si sacáramos críticos en todas las tiradas de dados defensivas. Terminamos las primera parte cero cero. Nadie deba crédito. Para nosotros ya era un éxito. Eso  quería decir que podíamos no perder de tanto. Comenzó la segunda parte y siguió el asedio, la gente de las gradas ya había cobrado simpatía por nosotros, que seguíamos sin tener una ocasión, pero abortando todas las suyas. Hasta que a unos siete minutos del final,  uno de los mejores jugadores del equipo hizo una carrera por toda la banda de portería a portería y puso un caramelito para rematar a placer a nuestro querido jugador fantasioso. Gol. Uno cero para los parias. Ya nadie entendía nada. Ahora éramos nosotros sudamos nerviosos, que no es lo mismo defender sin nada que perder que proteger algo valioso como un tesoro. En el peor de los casos perderíamos dos o tres a uno, y le habíamos plantado cara a los todopoderosos Warriors. La norma decía, que si un equipo iba ganando antes de tres minutos del final, el partido se acababa. Y tras un agónico final que siguió la tónica de todo el partido, y aprovechándonos de la norma. Ganamos. 1- 0. Un tiro, un gol.  Las caras de los contrarios habría dado lástima si no se lo tuvieran tan merecido. Ahora sí que no entendían nada, triunfadores, populares, la banda de los que molan, humillados por un hatajo de tuercebotas granujientos en su terreno, el de la exhibición atlética.  Público en pie, aplaudiendo, hurgando en la herida. Imposible no simpatizar con Grecia años después. Quizá entre el público se encontraba el futuro seleccionador de Grecia y tomó buena nota de lo que se puede hacer con una panda de tuercebotas a los que nadie ha invitado a la fiesta.

Por cierto, en la siguiente ronda, otro equipo que no recuerdo nos devolvió a nuestro estado natural endosándonos unos cuantos goles y echándonos de las eliminatorias. Pero nos importó bien poco.

 

EPISODIO II: LOS RUBIOS CHECOS Y EL  REGRESO DE  DE ULISES

 

Hay mucho escrito sobre la intrascendente cuestión de si los griegos de la época clásica eran rubios arios, morenos mediterráneos o tornasolados cual seres de fantasía. De lo que no cabe duda es que esa semifinal, República Checa contra Grecia representaba un duelo de antagónicos totales, el fútbol preciosista  y creativo de los rubios checos, capitaneados por el   inigualable Pavel Nedved, melena dorada al viento incluida,  contra el juego pragmático y defensivo de los oscuros helenos. El peso del juego recayó como se esperaba en los checos, que comenzaron el partido con claras ocasiones que abortó Nikopolidis. La dosis de fortuna ( o la diosa Tiqué, en este caso) se alió con la escuadra mediterránea cuando el capitán Nevdev, vigente ganador del Balón de Oro), se lesionó y tuvo que abandonar el terreno de juego.   Grecia por su parte se atrincheró en su tercio del campo y aguantó el cero a cero durante los noventa minutos reglamentarios.  Finalmente, como todos nos empezábamos a temer, y calcando el guion del partido entre Warriors y Roosevelt F.C, en la primera parte de la prórroga, Dellas (Traianos Dellas, alguna pista del espíritu romano del que hacían gala estos griegos nos daba el nombre del central) cabeceó un córner sacado por Tsartas. Existía por aquel entonces la efímera y esperpéntica norma del gol de plata (quizá también copiada del torneo de las "12 horas de fútbol sala") el que marcaba en la primera parte del tiempo adicional se llevaba el partido. Los griegos se llevaron la semifinal, y he de reconocer, que a pesar de toda la literatura que le estoy echando al tema, mi corazoncito quería un poco más fuerte la victoria checa aunque mi boca llevaba alabando el mérito griego durante casi todo el torneo, menos cuando la gente defendía a Grecia, en cuyo caso restaba valor a su hazaña (yo soy así y hay que quererme igual).
 
Charisteas. Media ocasión, un gol
En la final del campeonato, esperaba Portugal       que había ganado a Holanda. Como Ulises regresando a Ítaca, los hijos de Zeus         volvían donde comenzaron su andadura. Y el         resto es historia. Grecia ganó a los lusos. Gol         de    Charisteas en el 57. Un córner, un gol.      
Defensa griega, oportunidades portugesas. Greciacampeona. La gente no daba, no  dábamos crédito. Zagorakis, el capitán de Grecia fue elegido mejor jugador del torneo y los helenos culminaron una epopeya que no se ha vuelto a repetir. Según este artículo de AS, el campeón más rácano de la historia:

"La segunda selección que menos remates ha realizado por partido (7,8), la quinta por la cola que menos chutó entre los tres palos (3,5 por encuentro), la octava en la media goleadora (1,1), la penúltima en posesión del balón (un 43 por ciento en cada encuentro)... Los números definen a la nueva campeona de Europa de selecciones y hablan de un fútbol timorato, pero intachable en términos de efectividad. En la mayoría de indicadores que descubren si un equipo ataca mucho aparece en las últimas posiciones. Nunca una selección ganó tanto con tan pocos argumentos ofensivos. Ni con tantos futbolistas de perfil medio en sus filas. El propio gol de Charisteas en la final resume a la selección que ha dado la campanada en esta Eurocopa: un único córner, un gol y un campeón."

        Fuente:


EPÍLOGO

 

Hay varios aspectos discutibles en las afirmaciones maniqueas de este texto, pero vaya por delante de que en general hablo de memoria sobre las sensaciones que me transmitió Grecia. Sobre la condición de equipo defensivo con el que se etiquetó, su propio seleccionador contestó a un periodista diciendo que en el primer partido recibieron un penalti sobre Seitaridis, que era un defensa que se había incorporado al ataque, así que de defensivos nada. También hay que poner en contexto que todo esto sucedió antes de que Mourinho y el mourinhismo desembarcaran en España, por lo que el fútbol defensivo estaba mal visto incluso en equipos menos talentosos. Luego llegaría el portugués a poner a once jugadores de extraordinaria habilidad a defender y dar pelotazos y los periódicos españoles lo llamarían "genio táctico". Por otro lado, en el equipo griego una de las cosas que más cautivaba era su disciplina de "juego en equipo": cómo un jugador cruzaba cincuenta metros para hacer una falta necesaria porque sabía que su compañero en esa posición tenía una tarjeta amarilla.

Y finalmente, la comparación griegos- poetas filósofos vs Romanos -ingenieros pragmáticos es poco más que literatura. Sobre luchar, defenderse  y amparar al compañero bien sabían los hoplitas, la milicia de las Ciudades- Estado clásicas del Hélade, que defendían con su escudo la mitad de su cuerpo y la mitad del cuerpo de su compañero.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

HISTORIAS DE FÚTBOL EN EL LEJANO OESTE: EL PENALTI DEL PRELADO

"Curas jugando al fútbol". mítica imagen de Ramón Masats
Año 1999.  Noviembre. El mundo entero está preocupado por las consecuencias del efecto 2000. Preocupación que a posteriori se mostró legítima, viendo la epidemia de idiocia que ha asolado Occidente en el siglo XXI. Ajena e inmune a todo ello, una furgoneta C15  color rojo luciendo pegatina de Medina Azahara en el lateral, recorre carreteras perdidas cerca de la frontera entre Salamanca, Zamora y Portugal. El cielo es azul límpido, el día frío y las cabras hace tiempo renunciaron a transitar aquellos parajes. El conductor de la furgoneta, lejos de ser un heavy flamenco, es un viejo de más de setenta años, pelo gris y ralo, nariz grande y facciones fuertes. Conduce como en un rally y toma las curvas abiertas, sin importarle que si viene otro vehículo de frente lo más probable es que los dos acaben en siniestro total. El desfase entre pegatina y conductor no es lo más extraño, al fin y al cabo, se trata de un vehículo de segunda mano comprada en Vitimotor, Vitigudino. Lo sé, porque coprotagonizo la otra estampa pintoresca que se está desarrollando dentro del vehículo. Los asientos posteriores de  los que dispone la furgoneta han sido retirados para que haya más espacio en la parte trasera. En este espacio  yace un cerdo muerto de doscientos kilos.Encima de él sentados como quién se sienta en un banco, van dos adolescentes. Uno de ellos, años antes, se había enfrentado cara a cara en un penalti con el Obispo de la poderosa Diócesis de Ciudad Rodrigo. Efectivamente, el chaval que cabalgaba el gorrino era yo, mi compañero de banco porcino mi hermano y el conductor mi abuelo Joaquín. Veníamos de buscar el cerdo de la matanza de Encinasola, donde unos paisanos nos criaban el gorrino y lo degollaban  algún fin de semana cercano a San Martín mientras una señora recogía la sangre para hacer morcillas. A nosotros solo nos quedaba transportarlo y hacer el trabajo de despiece y embutido. La idea de ir montados en el cochino fue de mi abuelo, porque últimamente las autoridades se habían puesto serias con eso del transporte de animales sin los permisos adecuados,  por lo cual pensó que si nos topábamos con un vehículo de la Benemérita y estos miraban por la ventanilla, pareceríamos dos personas tranquilamente sentadas en sus asientos y no transportadores irregulares de marranos.  Nos dirigíamos a un pueblo, como otros muchos, olvidado por autoridades y condenado al envejecimiento y la despoblación, donde pervivían costumbres y sistemas de jerarquía fosilizados en el tiempo. A este pequeño pueblo daremos el nombre ficticio de Saldeana.

En el pequeño pueblo menguante pasé la mayoría de fines de semana y vacaciones de Navidad, Semana Santa y Verano de toda mi infancia y adolescencia. Allí, mis hermanos y yo, nos acoplábamos a los chavales que vivían en el pueblo, los paisanos, y pasábamos las horas chapoteando en arroyos, charcos o barro, jugando al fútbol  o, cuando el aburrimiento era feroz, tirándonos piedras.Todavía recuerdo cómo la madre de un niño descalabrado por un tiro de canto certero, afeaba al tirador que "ya su abuelo había matado a un burro de una pedrada". Pero, a pesar de que las piedras están más a mano, y son más baratas que los esféricos, si aparecía un balón, y siempre aparecía, pasábamos las horas muertas chutando a una portería hecha con dos piedras o dos chaquetas, en un  pequeño prado de hierba salvaje en invierno y amarilla en verano que llamábamos "El Valle". Allí se desarrollaron todo tipo de lances futbolísticos que pudieran jugarse en formato dos para dos o dos para tres, siendo el "Mundialito" y "La tanda de penaltis" lo formatos más populares. Yo, como niño gordo y patizambo  (había otro gordo, pero más hábil con los pies), fui relegado por selección natural balompédica, a la portería, la última posibilidad de redención para el niño que no quería ser marginado. Sucedió que no se me dio mal el desempeño del puesto de guardavallas, aunque es verdad que ya nunca volví a ser un niño  normal. Desde temprana edad quedé con la condena y orgullo de ser el portero oficial de mi generación en Saldeana y destrocé cientos de pantalones haciendo jirones las rodillas tras salidas salvadoras o manchándolos de indeleble verdín que acarreaba  invariablemente la bronca de mi madre al descubrir el destrozo. 
Se podría decir que vivíamos en el paraíso del Buen Salvaje Rousseauiano , pero es sabido que en esta vida, y no hace falta que venga Lao Tsé a vendernos la moto, toda luz arroja su sombra:  las broncas maternas y la depresiva vuelta a la civilización los domingos por la tarde no era el único precio que había que pagar por la libertad cimarrona y la laxa supervisión de los abuelos durante nuestra estancia en el pueblo. Había un tema innegociable e inflexible: La asistencia  a celebraciones religiosas bajo pena  de que fu familia fuera tildada de hereje. Ser gordo es una cosa, ser gordo  y portero otra. Pero gordo, portero y hereje se podía comparar a tener un hijo yonki. Así que, sin que los chavales tuviéramos capacidad de decisión, los domingos íbamos a misa,  a los Via Crucis de Semana Santa, a las misas en latín con procesión y bajo palio en las fiestas gordas. etc. Tales actividades nos proporcionaban horas de tedio sin igual, pero por aquel entonces la presencia de la Iglesia como institución estaba todavía muy enraizada en el entramado social del pueblo,  y un día tu abuela te daba unos pollos para que le llevaras al gorrón del cura y otro el mismo ministro de Dios prohibía ver "La última tentación de Cristo" que la echaban esa noche en la Uno cuando solo había dos canales. En este ambiente se desarrolló la épica historia de "El penalti del prelado".


El obispo Antonio administrando la Confirmación
de la fe en Saldeana. Dramatización.
Para el que no haya tenido la suerte de haber sido educado  bajo las directrices del dogma católico, no sabrán muy bien qué es la  Confirmación de la Fe.  Explicado para tontos, es un Sacramento que va en el medio, para que no se haga largo el período entre otros sacramentos como la Comunión y el Matrimionio, en el menos afortunado de los casos o la Extrema Unción en el más afortunado. Algo así como la Copa Confederaciones o la moderna UEFA Nations League, un relleno sin mucha sustancia para que no se haga largo el período entre Mundiales o Eurocopas. Este sacramento caprichoso se suele recibir con quince o dieciséis años, y es el Obispo de la Diócesis el que dirige el cotarro. Pero yo por mis santos cojones  de portero gordo, la hice a los nueve años  con el motivo de aprovechar   la visita del Obispo de Ciudad Rodrigo a nuestro pequeño y salvaje pueblo, después de muchos años de abandono institucional por parte de las autoridades eclesiásticas. Quién sabía si pasarían otros veinticinco años hasta que otro mitrado pisase la aldea, dando lugar a otra tropa de semi herejes.  Así pues, el Prelado Antonio aprovechó la visita para "Confirmar en la fe" a una caterva de unas veinte personas de ambos sexos que oscilaban entre los nueve años el más chico (yo) a veinticinco el más mayor, marcándose  WOLOLO más poderoso que el de un clérigo bizantino del Age of Empires. El rito, sucedió sin incidentes reseñables y después de liberados y desadecentados bajamos las tropa a echar unos balonazos al juego de pelota de una pared, la otra zona deportiva del pueblo, adyacente al anteriormente mencionado "Valle". Con el paso del tiempo, además de las proclamas políticas de la Transición que adornaban el frontón, a alguien se le ocurrió pintar una portería de color fuxia para disfrute de la juventud. Ahora se habla mucho sobre la tecnología en el fútbol y el VAR, y qué pronto nos hemos olvidado de la de discusiones que zanjó tener delimitida una portería en sus tres dimensiones y no calcular si el balón había pasado por encima de la piedra o de la chaqueta a ojo....El caso es que  estaban los cabrones de mis correligionarios fusilándome con algún Mikasa endurecido, cuando aparecieron el cura y el obispo, haciéndose los campechanos. Uno se frotaba sus perfumadas y blancuzcas manos y el otros hacía comentarios populacheros de fútbol mientras el enjambre salvaje seguía a los suyo, dando patadas a todo lo pateable que  cruzara  la pista de cemento. 
- Que el obispo quiere tirar un penalti- me llega  la onda. Y yo-  pues vale-  y seguimos a lo nuestro hasta que se despeja el frontón. Alguien le pasa el balón al obispo que lo prepara en una de las marcas del suelo y sonríe con un gesto que quiere ser amable Yo pongo cara de concentración mientras el obispo coge carrerilla, dispuesto a atajar el tiro del obispo. Tal es mi obligación como portero oficial de mi generación. En esto, se acerca uno de los niños mayores que viven en el pueblo,(doce o trece años) y me dice susurrando desde un lateral : "Déjatelo  marcar que es el obispo". Yo lo miro extrañado y él se va. Eso que dice no va a pasar. El obispo avanza y chuta. No sé si el obispo es un manta, los zapatos de prelado no son buenos para la práctica del fútbol o  bien o no quiere abusar de un niño (...), pero el resultado es que hace una birria de chut, el balón se arrastra despacio  por la pista durante un interminable segundo y llega a duras penas a la pared del frontón, donde la detengo dando un paso con el pie izquierdo. Aunque hubiera querido, que no era el caso,  habría sido imposible hacer el paripé de dejarme meter el gol sin que pareciera una chufla.
Silencio en el juego de pelota. Aparece otra vez el chico de antes y me dice que me vaya, que se pone él, por primera vez en su vida. Hace un teatrillo my gracioso y se deja meter el siguiente tiro del obispo. Yo me piro a casa.

Y supongo que ahí empezó un poco todo, en un sentido y en otro.

J.A.P


lunes, 29 de mayo de 2017

¡GRACIAS, OH CAPITÁN!


ESCENAS DE ROMA * Y DESPEDIDA


Subo por las ecaleras hacia   Plaza del Capitolio. La escalinata, diseñada por Miguel Ángel, está custodiada a derecha e izquierda por los Dióscuros, Antes de que el viajero pueda acceder la belleza áurea labrada en la cima de la colina,  Cástor y Polux, acogen y advierten a la vez al visitante. A medida  me acerco, observo algunos cambios en las magnas estatuas que tanto tiempo han estado grabadas en mis retinas. Ahora no son los hijos de Leda los que franquean la entrada de la plaza. Han cambiado ambos su rostro por el sereno y anguloso perfil romano de Francesco Totti, el  eterno capitán. Sin sorprenderme demasiado, observo el cambio, asiento y sigo mi camino. Los romanos saben honrar a sus héroes, me digo. Me dirijo ahora al museo capitolino, situado en uno de los edificios cuyas columnatas abrazan la plaza. Accedo a él tras pagar religiosamente una entrada nada barata, dispuesto a darme un atracón de arte e historia con el placer culpable del que tras semanas de dieta se come una tableta de chocolate a escondidas. Tras franquear la entrada, llego a un pequeño patio, donde varias estatuas parlantes me reciben. (Donde los romanos colgaban carteles para opinar sobre asuntos de la ciudad). En el otro extremo ve  otra escultura que me resulta familiar-. Un pie, un dedo, una cabeza... De tamaño ciclópeo todos estos miembros, ocupan una sombría esquina del patio, sin orden ninguno, como si alguien las hubiera dejado olvidadas allí.  Me esperaba algo más de  para colocar estos "highlights" del arte antiguo. Me paro a apreciar más de cerca el rostro de Constantino, y otra vez sucede. Otra vez no es el emperador, si no Francesco, cuya cabeza ya reposa lejos del bullicio de la Ciudad Enterna. Alguien, como si de una estatua parlante se tratara, ha colgado un cartel pintado en un trozo de cartón: "Tu tiempo se acabó". El hierático rostro del capitán parece aceptarlo con estoicismo. Yo me pregunto, a quién le habla ese cartel, ¿A él o a mi?

Cierro los ojos y sacudo mi cabeza para quitarme la imagen del capitán decapitado. Ahora estoy en el metro de Roma, estación de Palza España. Conmigo viene mi familia, somos cinco en total. Estoy discutiendo con un romano displicente y malencarado: El taquillero del metro. No me quiere vender cinco billetes por un problema con el cambio. Dice que tienen que ser cuatro o seis, no cinco,, quizá porque no tiene cambio de cincuenta céntimos, y las entradas valen uno cincuenta. Acepto mi derrota tras cinco minutos de discusión aritmética  sin e entender muy bien lo que dice, y me dirijo al otro taquillero, que está, literalmente espalda con espalda de este primero, compartiendo cubículo. El segundo  taquillero, menos temeroso de la aritmética, me vende los cinco tíquets sin problemas. Los reparto entre mi familia y entramos al metro. Dentro del vagón me observo que mi billete de metro es un homenaje a Totti en por su  39 cumpleaños. Observo, que los billetes que he repartido a los otros miembros de mi familia también perteneces a esta edición, son diferentes imágenes de Totti. Las recojo todas y las guardo como oro en paño. "Gracias, taquillero malencarado, musito para mis adentros", mientras el sucio vagón nos lleva a cualquier punto de la capital.



"Oh capitán mi capitán", dedicaba Walt Whitman a Abrahan Lincoln y declamaba Robin Williams en "El club de los poetas muertos",Hoy le decimos hoy a   "Oh capitán mi capitán, nuestro azaroso viaje ha terminado... "  Toda la comunidad del fútbol se pone de pie a aplaudirle. Los que rondamos su edad lo hacemos con nostalgia y con la seguridad de que se corta uno de los últimos hilos que hacía del fútbol un deporte tan maravilloso. El fútbol de la pasión y la lealtad por encima de la billetera. Muchas gracias por todo, y hasta siempre, capitán.

*Puede que algunos de los hechos relatados nunca sucedieran de esta forma.

Jose



GRACIAS FRANCESCO  

Simplemente gracias. Gracias por veinticinco años sin fichar por mi equipo. Gracias por tener palabra, por tener colores, por tener un corazón romano tan grande como el diez que llevas (siempre, no sólo hasta ayer) en la espalda. Gracias por sostener el último baluarte de lo que es un club deportivo de una ciudad, gracias por relegar los balones de oropel detrás de los balones y gracias por empecinarte en dejar en ridículo a los que vocean que, en el fútbol, entre mi honor y mi dinero, lo segundo siempre es lo primero.

Es triste pensar que es como un sueño, casi un milagro, que un talento italiano no haya jugado en ninguna de las millonarias escuadras del norte, pero es más triste despertar de ese sueño y pensar que ya no habrá más Capitano sosteniendo estoicamente la dignidad de un deporte moribundo a pesar de las cuentas de resultados de las empresas en que se han convertido los equipos. Siempre quedará tu ejemplo, aunque poco a poco se vaya empañando de jeques, fondos de inversión y contratos de imagen publicitaria. Al menos, para algunos de nosotros, nada emborronará tus setecientos ochenta y seis partidos en el equipo de la ciudad que te vio nacer y en la que, como ella, eres eterno, ni tu diestra de seda que acunaba el balón como si fuera de cristal y pudiere romperse, ni como a tus cuarenta años peleabas por el puesto con muchachos de veintitantos, peleado siempre con el banquillo. Algo se habrá muerto en todos nosotros cuando ayer el Olímpico manaba lágrimas a borbotones por sus más de setenta y dos mil ojos cuando el capitán entregó el brazalete, dejando secas las fuentes de la Ciudad Eterna.

Igual que loba capitolina amamantó a los huérfanos en los albores de la Ciudad de las Siete Colinas y vio nacer a Totti, ayer fue la Urbe quien quedó huérfana sin el sustento de Il Capitano. Mañana será otro día, un poco más gris, supongo.


Dani


viernes, 17 de febrero de 2017

Minuto 1

Don Francesco Totti, patrón de los veteranos
El fútbol es infinito. Es la dinámica de lo impensado (Dante rosarino dixit). Es movimiento perpetuo. Es cinta de Moebius. Es desafío a la termodinámica y victoria por goleada.

Siempre queda otro partido. Siempre que un árbitro pita el final del encuentro, otro silba el principio del siguiente. Siempre. El fútbol es el elixir que destilamos para perpetuar nuestra infancia. Seguir jugando y jugando, abusando de ese código troquelado en el reptiliano. Es seguir siendo siempre Aquiles.

Es verdad que los que ya peinamos canas, no digo en la cabeza, sino  en la barba, los que, como decíamos ayer, jugábamos en la plazuela con dos chaquetas de portería, los que hemos roto zapatos pateando un bote, los que teníamos como oro en paño la camiseta morada de Batigol, los que hemos probado en los recreativos a jugar con el  PSV Eindhoven o el Nápoles al arcade del Euro League, es verdad que vivimos con la espada de Damocles del partido- homenaje pendiendo sobre nuestros molidos huesos. Y, cosido a ese cansancio, a esa impotencia ante la inexorable decadencia de tu cuerpo siempre sobreviene, de vez en cuando, la mirada a la toalla en tu esquina del ring sopesando la posibilidad de echarla a la lona. Pero todos sabemos que la toalla nunca besará la lona, que antes será el peleador el que se desplome.

Después del primer tiempo, descanso, segundo tiempo, prórroga y penaltis vendrá otro primer tiempo, segundo, prórroga y penaltis. Y después otro. Y despúes tercer tiempo con tus hermanos. Y después dormiremos como niños porque nunca olvidaremos por qué nació Lobanovsky, porque  “Confieso que es muy rara la noche que no sueño con goles espectaculares, hermosos y míos”.

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jueves, 5 de enero de 2017

EL ÚLTIMO PARTIDO



PRIMERA PARTE




El fútbol apareció en nuestras vidas como algo que siempre había estado allí, como las piedras de Stonhenge, como los menhires de Carnac, como el puente romano, como el dinosaurio de Monterroso.  Nunca nos preguntamos sobre su origen, ni sobre su por qué. Lo normal es que entre los juguetes de la más tierna infancia apareciera un balón, y ya desde entonces, nos dedicamos a darle patadas con más o menos fortuna... Si no era la familia eran los amigos, y si no los compañeros de clase, el fútbol estaba por todos los lados, no como ahora, que está por todos los lados menos donde debe: en las plazas y los parques.

 Así crecimos, así hicimos nuestras primeras amistades de fútbol, fuera de los círculos impuestos por adultos, familia y escuela, y también nos granjeamos nuestros primeros enemigos, vivimos nuestras épicas victorias, nuestras derrotas, aprendimos a quién había que pasársela para que te la devolviera y a quién para que te resolviera el partido, aprendimos a cuidarnos del bestia que daba hostias como panes y dejaba su sello en tus espinillas después de cada partido, aprendimos que a veces, el gordo o el tirillas que se ponía de portero porque no valía para nada más, podía erigirse en el héroe descubriendo habilidades que ni él mismo sabía que tenía. Jugábamos en el patio, a la hora del recreo, con dos mochilas, o dos chaquetas como portería, jugábamos en la plazuela de San Juan de Sahagún, aterrorizando con nuestros balonazos a las señoras que salían de misa, jugábamos en casa, con una pelota de lana, jugábamos en el prado de al lado del frontón en el pueblo, destrozando sitemáticamente las rodilleras mil veces remendadas de los pantalones vaqueros del pueblo, a base de hacer tacklings  y palomitas que ni en Wembley se habían visto.

También en aquella época comenzamos a tener nuestos héroes, los grandes, los de los pósteres, cuando el fútbol era en la 2 los sábados a las ocho y media, "por la 2 de la Peña de Francia"la Copa de Europa se jugaba los miércoles en TVE y el fin de semana nada de rosario de partidos a mayor gloria de los derechos televisivos. Horario de invierno, todos a las cinco, horario de verano, todos a las siete, en la radio, Tablero Deportivo, de Juan Manuel Gozalo, sonando en el coche de mi padre según volvíamos del pueblo. Gol en las Gaunas, penalti en BalaídosPolster en el Logroñés, El Tato Abadía, los cromos de Panini.. la Bulgaria de Stoichov, la Suecia de Larsson, el poster de Koeman en la habitación, "El día después" los lunes... Era la época en la que nuestros ídolos eran SEÑORES, adultos heroicos de una edad indeterminada, a la que por supuesto nunca íbamos a llegar, no porque no pensáramos vivir largos años, si no porque el transcurrir del tiempo era un tema que ni siguiera llegábamos a concebir.

DESCANSO

Llegó la adolescencia, y  fuimos guardando los playmobil, los lego y los Gi Joe, nos adentramos en el extraño  y esquivo (para algunos) mundo del flirteo con el sexo opuesto,  del aparentar,  y del molar,  y del ¿vacilar? (nunca supe qué es eso)  y del simular ser adulto,  y  cayeron los primeros litros de calimocho, y nos dejamos seducir por los placeres de la fascinante noche. Esa fue la primera criba. Muchos abandonaron el fútbol y se acercaron a actividades más cool en ese momento, el skate, el baloncesto (Air Jordan mediante), o simplemente claudicaron ante el imperativo biológico de que dar patadas a un balón no es una actividad apta para todo tipo de psicomotricidades,  y se dedicaron a actividades más intelectuales. Otros sin embargo, abrazamos la noche, abrazamos el rock, abrazamos el rol (con una ele solo) y aún así mantuvimos, esa toma de tierra a nuestra infancia que es el balón, quizá el único juguete que puede acompañar a un hombre desde la cuna hasta la tumba. Era la época de los partidos de resaca, de bajar a la Aldehuela tres colegas y montarnos el partidito, donde fuera con quién estuviera allí, de los primeros desafíos a la autoridad (el encargado de las pistas), de descubrir nuevas amistades, de crear el ritual, todos los sábado por la mañana, a cuarenta grados o a cero, con lluvia o con nieve,  y disputar nuestra dosis semanal, hubiera exámenes o fueran plenas vacaciones estivales. Los caminos de ida y vuelta con los compañeros de equipo por toda la ciudad fueron una forja de amistad cuyos cimientos siguen intactos hoy veinte años después. De esos partidos salieron algunos de mis mejores amigos, y aunque algunas mentes pequeñitas no lo entienden (fútbol, aggh, qué poco intelectual), de la parte nos fuimos al todo y del fútbol nació el arte, nació la música, nació la literatura, nació la curiosidad por el mundo en que vivimos.

SEGUNDA PARTE

La juventud no existe más allá de ser recuerdos que te asaltan cuando dejas de ser joven. La juventud son las anécdotas que evocas cada vez que te juntas con esa gente con la que compartes recuedos... La juventud no existe porque la juventud es la vida, para ello está diseñado el sistema, los anuncios son para ti, los protagonistas de las series y películas son de tu edad, el instante solo existe para disfrutarlo, no hay futuro, ni en el sentido punk ni en el sentido epicúreo del término. Es la época en la que los jugadores tienen más o menos tu edad, solo de coña te planteas que mientras un chaval de tu edad está ganando millones, copas de Europa, copas del Mundo, tú andas viendo tu vida pasar sin saber muy bien cuál va a ser la camiseta que te vas a poner mañana. Es un acto de reflexión, que en términos vitales, dura un segundo, se pasa con el siguiente trago, con la siguiente risa. 


Universidad o Formación Profesional, 

paro o trabajo,  fin de semana tras fin de

semana, concierto a concierto, libro tras libro, construíamos nuestra propia idiosincrasia, hicimos nuestro grupo y nuestro equipo en un ente que se fusionaba, tanto en las canchas como en las barras. Habíamos cambiado el PC Fútbol por el ISS, estábamos asistiendo, sin saberlo entonces, a la muerte del fútbol como deporte de masas y al surgimiento del negocio multimillonario de imágenes y derechos. Pero por encima de todo, era la época de tres partidos a la semana más la el Trofeo Diputación el fin de semana, durante quince años, jugando como equipo de barrio, con los colegas, la mejor forma de disfrutar las victorias y digerir las derrotas. Marcado en el calendario semanal como el hito que nos sacaba de la rutina, jugar en La Maya era como ser del Rayo Vallecano, te daba más disgustos que alegrías, pero había algo irresistiblemente magnético que te hace año tras año querer seguir ahí. Así es como inevitablemente nos fuimos haciendo mayores: Los primeros años, los partidos eran por la mañana y jugábamos de resaca. Más tarde los partidos eran por la tarde, y jugábamos de resaca. Finalmente, los partidos eran por la tarde, y el día anterior había que dormir para no sufrir un infierno mientras intentabas darle patadas al balón.

FIN DE PARTIDO

Empecé el primer post de Camarada Lobanovsky haciendo referencia a la cita de Camus en que reza "todo de lo que la vida sé, en el fútbol lo he aprendido", Es la idea que ha subyacido en este proyecto desde el minuto uno, unir el balompié  con la todas las aristas de la vida, el fútbol como metáfora perfecta de casi cualquier situación vital. Y digo casi,porque falla en uno de los grandes chekpoints vitales: El final. El final del partido está pautado, 90 minutos + descuento. El último partido de los jugadores profesionales conlleva un ritual de sustitución, aplauso, y agradecimiento, más quizá un epílogo en forma de partido homenaje. No así en la vida del futbolista por placer, el de la calle, que  no sabe cuál el último partido que va  a jugar, antes de que la rodilla, o la espalda, o el jefe le haga  crack definitivamente y le impidan volver a disfrutar del deporte rey si no es desde la grada con una cerveza en la mano. Los finales son cosas de las películas y de los futbolistas profesionales, la vida no tiene créditos.




Los que seguimos jugando al fútbol a los treinta, y más allá, ya hemos pasado de largo en edad a los ídolos. Es la época en la que los futbolistas son chavales que hacen cosas extraordinarias. Sólo quedan unos cuantos héroes de tu generación que se han mantenido en la élite. TottiBuffonDel Piero,
Es la etapa en la que te marcas este límite: Cuando se retire Totti dejo el fútbol, cuando se retire Buffón... La necesidad de tener un final marcado, la ilusión de que vas a dejar de hacerlo cuando tú elijas y no cuando las circunstancias te aparten a patadas de las canchas, el titánico trabajo de aplazar el implacable avance del atardecer...



¿PRÓRROGA?



Tiene el mes de septiembre un halo melancólico como de despedida, es un adiós lento y perezoso a las vacaciones, a las playas, a las tardes largas, a los bullicios callejeros y a la manga corta. Durante los últimos días de agosto los días se han ido haciendo más cortos y ha caído alguna tormenta, como avisando que lo bueno está por terminar, como los silencios incómodos y las malas caras que se cuelan donde antes había risa y caricias.  Es septiembre el final del todo vale, de los amores de verano, del dolce fare niente. Es más incluso que enero, un mes para la reflexión, el mes de pensar en el futuro, Marcado por el fin del ciclo agrícola y el inicio del curso escolar, estamos acostumbrados a resetear y prepararnos para lo que viene. También es por su puesto, el mes de la vuelta del fútbol con todo su esplendor, lejos ya de los clásicos torneos veraniegos que calman las ansias de los más viciosos y e las perezosas jornadas de agosto que van anunciando que lo bueno está por terminar. Fue en septiembre cuando decidí escribir este canto de cisne, con la doble intención de despedirme, no a la francesa, para variar, del fútbol y del blog. Por un lado un largo período de inactividad futbolística producido por lesiones que se iban reproduciendo hasta impedir la práctica del juego, por otro un cierto hastío vital- futbolístico, me hicieron tomar la decisión. Resulta que unos meses después, he podido volver a las canchas, siempre con dolor, siempre al setenta por ciento, siempre con el aviso de que el depósito está en lar reserva, pero a jugar y a disfrutar al fin y al cabo. También resulta complicado despedirse del blog con el que tanto he disfrutado, así que cerraré la puerta, pero no echaré la llave. Se podría decir que estoy viviendo la prórroga, pero sabiendo que es, como todas las prórrogas, el anuncio del inmimente final, que es el alargue innecesario pero gozoso de algo que se podía haber resuelto antes, como cuando vuelves con tu ex-,  una decisión que sabes que te va a dar buenos momentos, pero que inevitablemente te conducirá a un melancólico y  oscurecido final. Todo sea, por no hacerme, definitivamente, "adulto".


martes, 24 de mayo de 2016

Certificado de defunción del periodismo deportivo.


 Hurto furtivamente y a vuelapluma el título de la entrada anterior de este blog y del lema tatuado en la elástica palermitana para encabezar estas líneas dedicadas a dos personas que no son futbolistas pero que son fútbol. Y son deporte. Y honestidad. Y ética. Y, sobre todo, periodistas (gracias por serlo; y más gracias por serlo en los tiempos que corren, malos no ya para la lírica, sino también para la prosa). Son Santiago Segurola y Javier Ares.

Ánge, Segurola, Ares y redactor de Lobanovsky: Mucho fútbol.
Después de más de dos horas de mesa redonda con ellos ayer en Salamanca el irse a casa era un ejercicio de degustación de agridulces. Dulce por haber tenido la oportunidad de compartir conocimientos con dos infiltrados en los entresijos del decadente circo que hoy es lo que otrora fue deporte: el fútbol. Amargo o agrio porque la radiografía que Segurola y Ares presentaron no deja ningún resquicio a la redención ni del fútbol, ni del periodismo deportivo. Y no ya porque Segurola nos diera la exclusiva de que había sido despedido de Marca (ellos sabrán, aunque a nadie sorprenden ya estas purgas: si no llevas la camiseta, no trabajas) sino porque señaló al emperador en cueros confirmando verdades a voces: que el periodismo independiente es un enfermo herido de muerte y que las presiones que sufren los profesionales han asfixiado al rigor periodístico, a la información veraz y, por supuesto a esas ideas, hoy quijotescas, que se llaman ética y deontología profesionales. Primicia ninguna, cualquiera con dos dedos de frente sospecha cómo se cocinan las portadas y las tertulias de la alevosía y nocturnidad, pero escándalo el máximo cuando se dice alto y claro que, hoy por hoy, los poderosos, léase Don Dinero no permiten que se informe, que se ilustre, que se forme, que se cree opinión, sino que imponen el pensamiento único al grito de la gallina de los huevos de oro: el entretenimiento, que no es otra cosa que el aborregamiento.

Ahora, lo más amargo es certificar que dos colosos como Segurola y Ares tiran la toalla. Tienen claro que el periodismo honesto morirá con ellos y con un puñado más de cowboys de la pluma y el micrófono. Que la guerra contra el pensamiento único está perdida, que el futuro ya está aquí, que la distopía es pasado mañana.


Daniel Piñero

sábado, 30 de abril de 2016

ROSA COMO EL DULCE, NEGRO COMO EL AMARGO: AVENTURAS EN PALERMO



1. EL BALÓN Y LA BOTA

La puntera es Calabria, el balón, Sicilia.
Italia tiene forma de bota. Así aprendíamos geografía de pequeños con los mapas del libro de socialesItalia parece una bota a punto de arrear un puntapié. El receptor del  punterazo no es otro que  Sicilia, que parece un balón pinchado, como si  Sofía Loren, en traje de gala, estuviera haciendo el saque de honor de un partido entre yonkis en cualquier descampado  de Palermo. Pensándolo bien, no es mala forma de definir la isla, donde lo sublime y lo sórdido conviven pared con pared. 
Con este símil sociológico- geográfico en la mente, me disponía iniciar un viaje en el que pretendía indagar más a fondo sobre elfútbol siciliano. A pesar de que casi siempre ha tenido presencia en las máximas competiciones, el  calcio de la isla no goza últimamente de buena salud:   El Palermo se ha convertido en un equipo ascensor entre Serie B y Serie A.  Tuvo sus momentos de gloria en el pasado, su desaparición y su refundación como casi todos los clubes italianos  y  llegó a a su punto álgido cuando aportó a cuatro jugadores para la selección italiana campeona en Alemania 2006. El Catania Calcio, su archirrival  ocupa la parte baja de la tabla en la Lega Pro, el equivalente de la tercera división.  Actualmente, el mayor aliciente para los hinchas locales es ganar el derbi contra sus rivales históricos. A esta rivalidad se ha unido en los úlitmos años  Messina, conformando un triunvirato de enemistad que a veces se va de las manos. Los enfrentamientos entre ultras de estos equipos suelen devenir en batallas campales: en 2007 un policía resultó muerto a causa de los disturbios tras el partido.
Este año, no ha habido derbis sicilianos, pero afortundamente, el calendario de la Serie A se acomodaba bien a mi plan: un Palermo- Torino se habría de jugar el  domingo 14 de Febrero de 2016, también conocido por los católicos como día de San Cirilo y San Metodio, al poco de mi llegada, así que decicí programar el partido como el evento central del viaje. Un duelo norte- sur era un regalo para mi mente calenturienta, donde todavía quedan posos  ese calcio mítico y mitificado con el que crecí donde el Milan de Sacchi, de Baresi, de Van Basten gobernaba con mano de hierro y fútbol de precisión Europa. Ese calcio de los equipos temibles, el Torino de Martín Vázquez, el Parma de Asprilla, la Fiorentina de Batistuta, equipos que solo podías ver en los partidos de Copa de Europa que echaban en TVE y jugadores que conocías si algún compañero rumboso de tu clase decidía gastarse la paga enterita en una Don Balón que pasaba de mano en mano como tesoro de sabiduría compartida.


2.DENNIS BERGKAMP, LA BIENVENIDA SICILIANA Y EL TOTOCALCIO


Panino de milza: la bienvenida
Esperando al avión en el aeropuerto, pensé mucho sobre Dennis Bergkamp y su razonbale miedo a los aviones. Un genio como él, no puede estar equivocado. Millones de personas cogen aviones a diario y no destacan en nada especial. En cambio él nunca viajaba vía aérea y metió EL GOL. Con estos pensamientos alimentaba mi fobia a volar en la sala de embarque a las tantas de la madrugada.  Tras esperar cinco horas intentando dormir en las sillas de plástico no me acordaba ni de el holandés, ni de M.A Barracus ni de la madre que los parió. No hay mal que por bien no venga, una vez monté el avión me quedé dormido cual Mágíco González. De Catania a Palermo, dos horas y media de autobús atravesando campos de mandarinos, limoneros, naranjos y chumberas bajo la vigilante mirada del Etna. En la estación de Palermo, que algunos optimistas dirían que es muy auténtica ,  me esperaban Araceli (españolaarquitecta, talentosa, exiliada laboral, guía excepcional y futbolera obligada) y Marina (restauradora, casera atenta y mamma siciliana)  para someterme a la primera prueba palermitana: Se trataba de zampar. En Sicilia, casi todo se trata de comer. Marina me tenía preparados dos panini comprados en un negozzio de Brancaccio: uno de pane panele (torta de harina de garbanzos y croqueta de patata) y otro de milza (bazo cocinado en manteca de cerdo). No le iba a hacer ascos un charro a un bocata de bazo, si aquí del cerdo nos comemos hasta el alma, así que comí la milza con gusto y hambre y comencé a disfrutar de Palermo
En fin, de fútbol estábamos hablando, una vez pasada la prueba palermitana, tocaba la indagar entre los conocidos nativos sobre el calcio de la isla. El resultado fue un descorazonador cero de cinco: Mis nuevos amigos sicilianos me abrieron su casa, me sentaron a su mesa, me guiaron por Palermo, en definitiva fueron excelente anfitriones, pero de fútbol ni papa. Así que frustrado por no tener más material de primera mano del que escribir, decidí hacer el primer acercamiento echando un boleto del TotocalcioUna especie de infernal quiniela diaria que hay que cumplimentar de una manera que no llegué a entender, a pesar de las amables explicaciones de la señorita que atendía el negocio. Con el secreto e infantil anhelo de hcaerme rico con el Totocalcio como Ciccio el Napolitano en Cinema Paradiso me olvidé del fútbol hasta el día del partido.


3. UN ELEFANTE EN LA HABITACIÓN

Pintada antim
Sí, es difícil hablar de Sicilia y no hablar de la mafia, al fin y al cabo son los padres del invento. Más difícil es todavía si hablamos de fútbol, cuyo máximo organismo mundial es una organización criminal y se mueve como una mafia desde niveles internacionales a niveles locales. Valoremos en su justa medida. Ahora mismo los sicilianos están saliendo de un gran silencio, se han sacudido un temor de siglos, están hartos de que se relacione Sicilia con mafia (algo que es inevitable, su historia es la que es) y quieren poner en valor otro millón de virtudes que adornan su tierra. Para calibrar  qué es realmente la mafia hemos de  olvidarnos del halo romántico de El Padrino o de la "molonez" del genial James Gandolfini.:  entre 1981 y 1983 el Clan de los Corleoneses, un grupo de paletos sanguinarios que bajaron de la montaña a Palermo para hacerse con el poder, asesinó a mil personas en una guerra sin cuartel para conseguir el monopolio criminal de la capital. Desde este momento, los palermitanos estuvieron sometidos a la voluntad del siniestro Totó Riina, capo de capi de la familia, actualmente encarcelado. Finalmente, el jefe cayó tras los brutales asesinatos de los jueces antimafia Giovanni Falcone y Paolo Borselini:Su megalomanía y brutalidad despertó a la socidead siciliana que comenzó un camino que recorre hasta hoy en día.
Actualmente, dicen los expertos, que de la mano de Berlusconi, la mafia ya no está en Sicilia, si no que fue al norte, y ya no es mafia de luppara y omertá si no de cuentas en las Islas Caimán y delitos financieros. 
Pero Palermo, antiguo paraíso mediterráneo, sigue mostrando las consecuencias de haber estado tanto tiempo secuestrada por la onorata societá: :  yonkis  viejos por el centro atestiguan que fue  Sicilia el gran laboratorio de heroína del mundo en los sesenta y los setenta tras la reunión del Hotel Des Palmes. Como contrapunto, pegatinas de "Este establecimiento no paga el pizzo" del movimiento Adio Pizzo, en numerosos locales dejan a las claras que tras años de amenazas y muertes, los ciudadanos piensan plantar cara al crimen organizado. 


Miccoli y sus relaciones con la mafia, un escándalo en Sicilia
El mundo del fútbol, tan dado a corruptelas y escándalos no es impermeable (más bien todo lo contrario) a la implantación mafiosa en la sociedad. Si hacemos una búsqueda rápida en Internet, encontrampos que  Zamparini, actual presidente del Palermo, declara en una charla en la Universidad   "que la mafia no existe, si no que es un invento de los antimafia para vivir de ello", discurso, por cierto que han utilizado históricamente los miembros de la organización para desmontar las acusaciones de juecesy fiscales. Luego tenemos las amistades peligrosas  del ex- capitán e internacional Fabrizio Miccoli con el entorno mafioso, el hijo del actual jefe de Palermo  U scintilluni o el sobrino del último capo de capi  Messina Denaro, actualmente en busca y captura .Implicado en algunos casos de extorsión, tuvo que pedir perdón entre lágrimas (no se sabe si de cocodrilo)  por su relación con la mafia.  Este no es el único caso de futbolistas codeándose con gente de dudosa reputación, tradición por otra parte implantada en el  calcio  desde antes de los tiempos de Maradona y que ha salpicado a jugadores como BallotelliTotti o Schilacchi. En caso de los jugadores sicilianos o napolitanos es difícil no crecer con algún amigo relacionado con ese ambiente o formar parte del mismo, todo está mezclado y nada es negro sobre blanco.  Por otra parte tampoco es fácil aclarar lo que empieza con una extorsión y acaba con la obligatoria relación entre el futbolista y y el mafioso. Lo que es seguro es que los capos de diversos niveles se enorgullecen de hacerse fotos con jugadores de élite y se legitiman poseyendo clubes de fútbol. Una situación complicada.


4C´È OGGI CALCIO: HOY HAY FÚTBOL


A la hora de publicar esta entrada, el Palermo   
trata de salir de los úlitmos puestos  de la clasficación  tras no sé cuantas jornadas sin ganar y cambiar de entrenador cada cuatro partidos (Ahora va por el noveno, un récord que deja al Atlético de Jesús Gil en calzoncillos). Por febrero, sin grandes alardes, el club gozaba de un colchón de puntos pero jugueteaba con la zona peligrosa de la tabla,. Il Giornale de Siclia decía esto del partido: "El Palermo de Bossi en busca de adelantar al Torino". Era un duelo directo pues para luchar por la tranquilidad que actualmente han perdido. Como ya adelantamos brevemente, este ha sido históricamente el lugar del Palermo: siempre oscilando entre la Serie A y la Serie B, con sus pequeños momentos de gloria, sobre todo en la época de Renzo Barberá, cuando llegaron a dos finales de la Copa de Italia, y la aportación de cuatro jugadores que militaban en sus filas a la selección italiana campeona  del mundo en 2006: Andrea BarzagliCristian ZaccardoSimone Barone, y Fabio Grosso

Pero el día del partido, no pensamos en la historia del Palermo, si no que soñamos con la vitoria del equipo local, así que emprendemos el viaje con la alegría de un domingo de fútbol como los de antaño. Cogemos el tren Termini -Palermo, cuyo trayecto transcurre siempre a pie de playa, ofreciendo al viajero el espectáculo del cristalino mar siciliano. De camino, dejamos atrás Baaghería, la patria chica de Giuseppe Tornatore,  y poco más tarde llegamos la Estación Central. Esquivamos a los yonkis que habitan por el barrio y nos dirijimos hacia el centro, donde está la tienda oficial del club, para comprar las entradas En  Via Maqueda, pleno centro de la ciudad, los edificios bombardeados en el 43 conservan el mismo aspecto que al terminar la guerra: las ruinas que nadie reconstruyó  conviven con tiendas de souvenirs, artesanía y comida típica en los bajos arreglados para el turista... En la Store Ufiziale, en contraste,  todo es todo muy limpio, muy ordenado, muy aséptico. Dentro nos atienden probamente las dos únicas personas de toda la ciudad que hablan más idiomas que el italiano y el dialecto. Allí cogemos dos entradas para tribuna y una camiseta de regalo. Imposible resistirse para un coleccionista de camisetas de fútbol, es probable que sea el Palermo el primer equipo del mundo que jugó con la camiseta rosaRosa como el dulce, negro como el amargo, desde 1907 nuestro colores,  es el lema del  club y la seña de identidad estampada en su camiseta, algo que define su devenir y su personalidad: dulce como la victoria y amargo como la derrota. No son como el Milan, o la Juve o los equipos del norte, avasalladores en sus números, con la vitoria siempre en la sangre. El Palermo sabe que en la vida ganas y pierdes y lo asumen como forma de vida, inluso como manera de afrontar la competición. A pesar de ello, desde 1936 hasta 1942 el equipo de la capital vistió de rojo y amarillo, con los colores de la enseña regional siciliana por imposición del régimen fascista que les prohibía usar el rosa en su uniforme.


Un lema que imprime carácter
Una vez tenemos las entradas nos disponemos a andar una caminata de 4 km hasta el estadio, que estoy seguro que es mucho más de lo que corrieron algunos jugadores del equipo rossonero durante el partido. Pasamos al lado de los monumentos más emblemáticos de la ciudad,el Teatro Massimo,  y el Teatro Politeama. Tras hora y media de paseo por Via Libertad, comenzamos a ver carteles que indican que estamos cerca de "La Favorita", que es como se conoce oficiosamente el estadio, y a respirar ambiente futbolero. Nos unimos  a una pequeña masa tranquila y casi silenciosa que camina hacia el coliseo. Alguna camiseta rosanera, pero poco más: ni enfervorecidos  ultras, ni apasionados cánticos, ni rugir de bombos y cornetas. En la valla exterior, control máximo: todos entrada y DNI en mano para que los carabineri comprueben la documentación de todo quisque, consecuencia de La ley Pisnau para prevenir la violencia en los estadios. Cerca de los tornos de acceso,la fotografía de un adolescente, muerto en disturbios entre aficiones hace unaos años, es honrada con flores y velas. Ya en el interior del recinto entramos al estadio por la puerta cinco.  Las entrañas de los estadios son todas iguales, vetustas  tripas de cemento y hormigón, baños reventados, columnas desnudas, olor a humedad. Pero el rugir del estadio allá fuera y la inminencia del espectáculo conforman esa sensación indescriptible mientras subimos la escalera de granito... Al salir por la puerta del vomitorio vemos un estadio coqueto, con una capacidad para 36.000 espectadores, no es muy grande, pero su estructura vertical y la montaña que se ve al fondo le da un encanto particular. Una vez cogidos nuestros asientos en la segunda zona de gradas y a punto de hacer un Laporta (salir cuando los jugadores ya estaban en el terreno de juego), nos disponemos a disfrutar del partido.

5.EL PARTIDO


Vista general de "La Favorita"
El Palermo, con uniforme rosa y negro, sale con una formación inicial de 4-5-1, "trivote",  con Franco Vázquez a los mandos, dos alas abiertos y Gilardino a la caza de algún balón. Por su parte, el Torino con su clásica equipación color burdeos, dispone de un típico 4-3-3 diseñado para el juego interior. En el minuto dos se le ponen las cosas de cara al equipo local, cuando el incombustible Alberto Gilardino remata con la zurda un balón que había mandado al área el extremo diestro Morganella tras ganar la línea de fondo.El plan de Bossi funcionaba, esperar en la frontal  el fallo del  paciente ataque turinés y salir a la contra. El poco público, concentrado en su gran mayoría en la histórica Curva Nord celebró el gol con rabia. El día se había aclarado, ya solo algunas inofensivas nubes blancas bailaban en el cielo límpido al son de la brisa marina. Se prometía una excelente tarde de fútbol para el tifoso palermitano. Hasta el minuto diez se suceden las ocasiones del equipo local, desbaratadas una y otra vez por Padelli, el portero del Toro. Poco a poco el equipo piamontés comienza a generar juego interior y se planta varias veces ante la portería de Sorrentino, hasta que en el 18, Morganella, esta vez en su área, comete un penalti sobre Inmobile que transforma él mismo. Sorrentino adivina la intención, pero el 10 coloca la bola al lado del poste derecho y el arquero se queda a centímetros de detenerlo. 1-1 y el pesimismo comienza a cundir en la grada. En nuestra grada la gente mira hacia arriba y a abuchea. La Televisión Italiana comenta el partido con cuatro presentadores. Uno de ellos lleva una bufanda del Torino y hace gestos provocativos a la grada... Televisión berlusconiana. El "Chiringuito" llevado al estadio. No tardaremos en verlo en España. 
Ahora es el Torino el que coge confianza y comienza a tener ocasiones. El centro del campo mueve la pelota a un toque y filtra balones entre líneas para  que Inmobile, asista a Belloti que  falla a puerta vacía. A nuestro lado, los seguidores comienzan a gesticular y a soltar exabrutos en dialecto siciliano "¡Minchia!". El silencio que precede a la catástrofe se apodera del estadio, con la excepción del bullicioso Fondo Norte, que anima con cánticos, tifos y pancartas con declaraciones de amor al equipo (el San Valentín del ultra) desde el minuto cero hata el minuto cien. Y en este clima, tras varias pérdidas del Palermo llega lo inevitable, el autogol de González, que desvía a la red un centro que estaba preparado para rematar el diez turinés.  Para colmo de males, Sorrentino se lesiona en el 38 y es sustituido por el jovencísimo Fabrizio Allastra. Con estas llegamos al descanso, muertos de sed, le compramos dos botellas de agua a un simpático vendedor ambulante sin nariz que anunciaba su mercancía por el estadio.

La segunda parte comienza como
Los perros de Palermo: Una actitud vital
acabó la primera, con el Torino apretando. Ahora es Allastra el héroe, que saca dos claras ocasiones de gol. Con el golpe anímico de que le remontaran el partido con un penalti y un autogol, al Palermo le cuesta recuperar la autoestima, pero todavía es capaz de soltar algún latigazo a la contra. Gilardino de nuevo, tiene el empate , pero el arquero Padelli realiza una parada de mérito. Tras esta ocasión, poco a  poco el equipo local se deja ir. Los jugadores se vuelven perezosos como la tarde, como los perros callejeros tumbados en el centro de Palermo, que alimentados por los tenderos, dormitan quince horas al día al sol de las aceras. Con el Palermo ya sumido en la melancolía, el héroe de la tarde, Ciro Inmóbile, que no se parece en nada al errático jugador que vimos en Sevilla, se interna en la banda, regatea al lateral hacia afuera y casi sin ángulo bate por tercera vez la meta rival. Es el minuto 69. Los jugadores rosaneros  entregan la cuchara y deambulan porel campo. El público pide reacción, coraje, más goles, hay tiempo para una remontada. Pero el tiempo va transcurriendo entre posesiones del Torino y algunos lances infructuosos de los extremos del Palermo que siempre acaban con pérdida de balón. Ahora, los hinchas del Torino, que son unos treinta y están situados en el gallinero más alejado de la Curva Nord,  hacen oir sus cánticos durante unos segundos, espoleados por la victoria de su equipo. Los ultras de la Nord no toleran esta afrenta y elevan su nivel de decibelios. El partido va muriendo. Tras dos minutos de añadido los jugadores se saludan amistosamente y se dirigen hacia el túnel de vestuarios, situado en el Fondo Sur. Tras diez partidos sin ganar el Torino le pasa su mala racha al Palermo, que empezaría ese día el Via Crucis que dura hasta hoy. El poder incuestionbale de mi gafe. La tristeza viaja otra vez del norte al sur. En silencio, salimos del estadio confundidos en la masa cabizbaja.



EPÍLOGO


De regreso a casa tengo ya la nostalgia ya antes de partir. Dicen los italianos que cuando vas al sur lloras dos veces, cuando llegas y cuando te vas. Aunque solo he estado una semana puedo intuir a qué se refieren Llueve durante el trayecto Palermo- Catania. El vuelo es terrorífico, turbulencias sacuden el frágil avión de Ryan- Air y hasta un rayo pone a prueba mi fe en la ciencia. Dirijo unas cuantas plegarias a Dennis Bergkaamp pero todo es inútil. Miro por la ventana para calcular más o menos en qué lugar del Mediterráneo va a caer mi cuerpo sin vida, pero no veo nada,el cielo está completamente nublado. No me queda más remedio que empezar a escribir sobre lo vivido en Sicilia. Parece que han transcurrido un millón de años desde que planee escribir esta entrada, quería hacer entrevistas, anotar algo más cercano sobre historias de fútbol y mafia, quería hablar de los derbis, de violencia de pasión. Quizá la próxima vez podré presencias un Catania- Palermo o un Messina- Catania... Pero la verdad, es que el fútbol no es una de las prioridades de los sicilianos, en cuya pirámide de Maslow ocupa el primero el segundo y el tercer lugar la comida. Aterrizado sano y salvo en Madrid, con algún kilo de más y el corazón lleno gelato de pistaccio ya solo estoy pensando en volver.