jueves, 17 de julio de 2014

Buckminsterfullereno

Biosfera de Montreal.
Llevaba tiempo dándole vueltas (nunca mejor dicho) a la cabeza intentando escribir unas líneas sobre el alfa y el omega de todo este monumental circo que hoy es el fútbol, a saber, el balón, pelota, cuero, bola, esférico y demás sinónimos, metáforas y asociaciones de ideas; todo ello sin éxito, un poco por mi culpa, porque no daba con nada que me llenara o, como diría Holden Caulfield, que me hiciera estar en vena, y un mucho porque del tema ya se ha escrito lo que no está en los escritos, valga la paradoja (origen, materiales, variantes, nombres y mil manidos tópicos más) y no encontraba nada decente y/o interesante que decir.

Pero una vez más el Cosmos, por su cuenta y riesgo, hace que todo encaje como un puzle sideral y en una sobremesa, antes de que los leones del Serengeti ineludiblemente se zamparan su gacela de la hora del café, me topé con una palabra que, no sólo me ha tenido obsesionado varios días, sino que me ha servido de clave en lo que andaba buscando: buckminsterfullereno.

Sentado lo anterior, vayamos por partes, a ver si soy capaz de hilar esta lobanovskyana digresión que intenta aunar fútbol, arquitectura y química : Richard Buckminster Fuller, caballero que da nombre a la palabra de mis obsesiones, nunca en su vida, que se sepa, le dio una patada a un baúl, así que aparentemente poco o nada tuvo que ver con el balompié; fue un arquitecto estadounidense, famoso por diseñar cúpulas geodésicas basadas en pentágonos y hexágonos, siendo su obra más famosa el pabellón norteamericano en la Exposición Universal de 1967 en Montreal, hoy conocido como Bioesfera, ejemplo de casi todas las cúpulas que podemos ver en los planetarios. Por otro lado, con el Mundial de México de 1970 se presentaba un nuevo tipo de balón que abandonaba el diseño de bandas alargadas al estilo pelota de voleibol que había acompañado al fútbol desde su nacimiento: un balón de fútbol de 20 hexágonos blancos y 12 pentágonos negros: el luego bautizado Adidas Telstar. Caminos paralelos hasta ahora, opciones en campos del saber basadas en una concreta y discutible idea de lo que es mejor.

Buckmisterfullereno o futboleno
 Pues bien, a todo ello ha de sumarse que en 1985 se descubrió una    molécula de Carbono en el espacio (en la atmósfera de las    estrellas gigantes roja, aunque luego resultó que es ciertamente  común en la Tierra), concretamente una molécula esférica compuesta  por 60 átomos de carbono con alternancia de anillos de 5 y 6 átomos,  esto es, estructurada en 32 pentágonos y hexágonos; al bautizar la  molécula, sus descubridores (premios Nobel, nada menos) se  acordaron no de algo tan mundano como un balón de fútbol,  sino de las cúpulas del Señor Fuller y la bautizaron con tan  retorcido y pintoresco nombre.

Lo llamaraon Telstar porque "Adidas Buckmisterfullereno
quedaba poco comercial"
El backminsterfullereno, muy popular entre los científicos por su belleza (y tanto) estructural y versatilidad, es un poliedro verdaderamente curioso: forman una esfera cuyo interior está hueco, siendo una estructura de elevada regularidad que presenta 32 caras, 20 de ellas con forma hexagonal y 12 con forma pentagonal, distribuidos de forma tal que ningún pentágono comparte un lado con otro pentágono (parece ser que eso desestabiliza la estructura). Que me aspen si eso no es un Tango, un Azteca o, el mejor balón que mis pies han hollado, un Etrusco Unico. Increíblemente, dos disciplinas, artes o como queramos llamarlas en las antípodas, fútbol y arquitectura, sin saberlo, convergían en su idea de la perfección, con la bendición del propio Universo. Y digo sin saberlo, porque la cronología de los hechos es harto curiosa: el diseño de balón de fútbol de 20 hexágonos blancos y 12 pentágonos nació con el mundial del 70; Richard Backminster Fuller murió en 1983, aunque comenzó a trastear con sus creaciones de cúpulas geodésicas en los años 40 del siglo pasado. Un nacimiento y una muerte años antes del descubrimiento de la molécula que le da sentido a todo.

No es mi intención echar leña al fuego del debate sobre la evolución de los balones con el paso del clásico de treinta y dos pentágonos y hexágonos a la saga de modernos balones iniciada en 2006 con el Adidas Teamgeist de catorce piezas, en primer lugar porque ya elige el Dios Mercadotecnia por nosotros y en segundo, porque cada uno tendrá sus gustos, pero ahí lo dejo: lo que el Cosmos ha unido, que no lo separe el Hombre.