martes, 18 de febrero de 2014

TRIÁNGULOS

Los griegos, sobre todo los antiguos (los modernos bastante tienen con lo que tienen), que siempre han sido los mejores en eso de darle vueltas al tarro, filosofar y sacarle las entrañas a lo divino, lo humano y lo que queda entre medias, tenían claro que la figura geométrica perfecta era la esfera; con ello una cosa queda patente: de fútbol poco o nada sabían los griegos ya que en el fútbol la perfección, le pese a quien le pese, la engendra el triángulo.

Evidentemente, al fútbol se juega CON una esfera, más o menos perfecta aunque, eso sí, cada día más patentada, mercantilizada y venida a menos; pero se juega SOBRE una superficie plana y ahí el rey, el alfa y omega, es el triángulo. Dice mi amigo Alberto, que de esto entiende lo suyo, que cuando quieras abarcar la mayor superficie posible, descompón la misma en triángulos. Pues eso es el fútbol: triángulos.

Los infinitos triángulos del Barça de Guardiola
Si un equipo consigue descomponer el campo en triángulos y repartir oportunamente sus vértices entre sus 11 jugadores (sí, también el portero), tiene medio hecho el vencer y convencer, que diría Unamuno. Si a ello le añades movilidad, calidad individual y criterio con la pelota tienes esa perfección en el fútbol que los griegos buscaban en el Universo. No hablo de obtener la victoria (que también) a la cual hay muchas maneras de perseguir y alcanzar, sino la perfección. Por mi edad, que no es poca, con Guardiola y el Barça eterno, he visto la luz: aunque no se inventara el fútbol de triángulos (véase el entrada sobre Lobanovsky), lo llevó a la excelencia; desde el primer vértice, Víctor Valdés hasta el último, Leo Messi, de adelante atrás y de atrás adelante, cientos de triángulos atrapaban al rival privándole de la pelota, negándole el espacio y asfixiando su potencial.

El caso es que, en lo que se puede llamar fútbol moderno, parece que se está volviendo a pensar en triángulos. Bienvenido sea y gracias por ello a Paco Jémez, Txingurri Valverde, Luís Enrique o Marcelino. Y es que, bien pensado, el triángulo es la distancia más corta entre dos puntos.



Daniel Piñero