lunes, 29 de julio de 2013

ENKE, LA CARNE DE LOS DIOSES



La verdad es que, hoy por hoy, casi todo lo que del fútbol irradian, no  sólo la televisión (nicho de caspa y vergüenza ajena, cuando no directamente de podredumbre), sino los medios en general (con honrosas excepciones, al César lo que es del César) ha conseguido mover a cualquiera que no pueda ser definido como un perfecto borrego primero, del interés a la indiferencia y de ahí directamente al vómito.

Resulta no ya una excepción, sino un auténtico mirlo blanco, un minuto que no diseccione peinados de superestrellas, lecturas de labios, jugadas trucadas o que no encumbre palabrería hueca de aquellos que no han visto un partido de fútbol en su miserable vida sin el pasamontañas de hooligan o la de aquellos otros que a sabiendas, mienten, engañan y estafan a la inteligencia (hago mías, parafraseando,  aquellas palabras de Manolo Preciado, que en gloria esté: “si lo dicen como un chiste, a mí no me hacen gracia; si lo dicen de verdad, son unos canallas”).

Extraído de Tumblr por Novofairy.
Con esos mimbres, hablar de periodismo que sea digno de ser llamado como tal sin ofender a Larra, resulta, tristemente, una búsqueda de excepciones, de pequeños tesoros. Meter a Larra en estas líneas no es gratuito, ni tampoco es un recurso para incitar el amor propio de los que tienen que levantar ese gremio, sino que me da pie a hablar de una de esas excepciones que, deo gratia, nos alimentan a los que amamos este juego sin la necesidad de ofrecer hostias en los bares y con la libertad de no necesitar hacer patria de nada. 

El último programa que verdaderamente me conmovió y me dio que pensar en lo divino y humano que hace al fútbol, fútbol y al hombre, hombre, fue un  "Informe Robinson" (Canal +), el dedicado a Robert Enke, el que fuera portero entre otros del Fútbol Club Barcelona, Hannover y Selección Alemana y que, como nuestro romántico universal, se quitó de en medio sin ruido, sin ceremonia y sin llegar siquiera a la edad de Cristo.

El reportaje intenta arañar bajo la epidermis pública, mediática y deportiva de una estrella del fútbol y comprender, siquiera de refilón, el viaje del bueno de Enke de la alegría al suicidio, el galope hacia la muerte a lomos de su particular caballo del apocalipsis: la depresión. Abre la puerta de una cuestión que, no es que pase desapercibida para la farándula y la caverna, sino que ni siquiera ha sido tomada en consideración: la humanidad de los ídolos, la materia prima del futbolista que, como la de todos no es otra que carne, sangre, circunstancias, problemas y sentimientos; y de esa pasta estamos hechos todos, también Maradona, también, también Cristiano, también Dios, digan lo que digan los curas.

Intentar entender porqué sufría Enke con cada balón que le chutaban, con cada pitido de la grada, con cada reproche de un compañero, compadecer su agonía por la presión de los fantasmas que moraban en su cerebro e ayuda a descifrar porqué cada vez que me pongo las botas y echo a rodar el balón entre mis amigos, entre mis rivales, soy capaz de olvidar todos los problemas que atormentan a los que por desgracia tenemos que vivir estos días, soy capaz de ser libre, pero también me resulta esencial para comprender que en este jodido mundo, también en el brillante escaparate del fútbol que impone la felicidad al encadenarla al número de ceros de la cuenta corriente, la oscuridad puede hacerse hueco dentro de nosotros.

Daniel Piñero



sábado, 13 de julio de 2013

MAREA BLANCA



Hace tanto tiempo ya que he de manejar cifras de dos dígitos. Recuerdo, que en mi
adolescencia (tendría quince o dieciséis años, tiempos pretéritos sin duda), vi un documental de T.V. que he recordado  el resto de mi vida.
A finales de los noventa, el acceso a internet era una idea casi quimérica para los
jóvenes como yo y  aquél que tenía un teléfono móvil, además de ser un “rara avis” era
tachado explícita o tácitamente de “pijo” y “soberbio”  Quiero decir que la capacidad de asombrar, conmover e impactar de las imágenes todavía estaba intacta.

El programa de culto "Documentos TV" realizó  un interesante documental sobre la generación desaparecida en el pueblo de Villagarcía de Arosa por consecuencia directa o indirecta del tráfico de droga de los años ochenta. 
Como digo, yo por aquél entonces era un púber atolondrado (como lo son  todos los adolescentes)  y además mis cervezas de fin de semana algún canuto que otro me había fumado en su momento. Todo está por descubrir a esa edad. No digo nada nuevo.  Ya por aquél entonces jugaba al fútbol con mis amigos, como una religión, sábado tras sábado, lloviera, nevase o se acabara el mundo. La familia de amigos del fútbol se hacía cada vez más grande y sus vínculos más fuertes.

El equipo "Dejarnos Vivir" ganó el campeonato de las fiestas de Vilagarcía
de 1987. Jóvenes inquietos y desorientados que vivieron momentos felices.
Durante mucho tiempo recordé la presentación del documental, el hilo conductor del mismo era una vieja fotografía. En ella aparecían doce jóvenes en traje de “sport” y formación de  equipo de fútbol. Once jugadores de campo y “el entrenador”. Las edades oscilaban entre los 16 y los 25 años. El nombre del equipo era “Dejarnos vivir” ([SIC] El grito de auxilio de una juventud confusa, inquieta, mal vista por la gente de bien del pueblo. Como comenta el documental,  esta juventud incomprendida que hacía fanzines, formaba grupos de música, que tenía inquietudes, se topó de bruces con lo que le ofrecían los "charlines" y los "oubiñas", una red en la que era difícil no caer y de la que es casi imposible salir. Todo ello aderezado con el nihilismo, el desencanto y el desconocimiento del que hacían gala esta otra generación perdida.  El programa de T.V desgrana la vida y la muerte de  los miembros del equipo de fútbol que aparecen en la foto. El equipo que ganó el campeonato de las fiestas de Vilagarcía de  en 1987.Una reivindicación, una sensación, el sentimiento de que nadie les entendía, de que todos estaban contra ellos. Esa victoria fue algo más que un bálsamo. El único superviviente del equipo, dice que el resto del pueblo, cuando vieron que ellos ganaban "se jodiero y se hartaron de joderse". Ese fuerte sentido de la comunidad, de la lucha contra el enemigo, el fútil momento de gloria del que pudo disfrutar una generación condenada a la extinción, la heroicidad de andar por casa que te confiere el fútbol, la amistad, la lucha contra  los molinos… todo eso hace que el documental llegue a la médula.  ¿Quién no ha vivido o visto 
una historia de este tipo?  El marginado que vence al exitoso, los humildes sin talento, a fuerza de unidad derrotan talentosos arrogantes, En l caso de “Marea Blanca”, el equipo es una mera excusa y el drama se abate sobre los protagonistas con la inclemencia de la tragedia griega. Pero ese momento de  luz, y esa fotografía queda como el momento álgido de esa generación de jóvenes.


Después de mucho tiempo buscando, por fin encontré el documental en Youtube. Con el paso  del tiempo no ha perdido un ápice de fuerza. El testimonio de las madres, por aquél entonces  ignorantes como los hijos de los tipos de drogas y sus consecuencias sigue resultando estremecedor. Por otro lado, se puede considerar un documento gráfico de la historia reciente de España.



martes, 2 de julio de 2013

EL GOL (por Dennis Bergkamp)

Un desafío a todas las leyes: las de la Naturaleza, las de los dioses y las de los hombres. Una coreografía imposible, incomprensible, inimitable. Un duelo a muerte con la geometría, la termodinámica, la teología y hasta el diabolus in música en el que el pistolero holandés los fulmina a todos en apenas 3 segundos de poesía visual surrealista y genial.

Casi nada... Fotografía de: http://www.bergkamp10.net
Temporada 2001-2002 (año glorioso para los gunners: Premier League y FA Cup). St. James´ Park. Newcastle- Arsenal. Minuto 13, segundo 14. Dennis Nicolaas Maria Bergkamp, el cañonero mecánico que por contrato tenía miedo a volar, se para en la media luna del área de las urracas, de espaldas al arco, aliento del defensa en la nuca, a varios años-luz de la línea de gol. Ve venir la pelota desde la banda izquierda, se acomoda, levanta su zurda y… 3 segundos después el balón bate la red pegadito al palo. En medio la nada; el tahúr cambia la bola cubilete, el dinero cambia de manos, el espectador cambia su cara cuando en su cerebro se enciende el indicador de elipsis.

En ese momento, nadie sabe qué ha pasado; y hoy, después de haber revisado el vídeo cientos de veces, yo no puedo explicar ese qué ha pasado; y no creo que nadie pueda hacerlo; en cuanto la pelota sale de las botas de Robert Pires, lo inexplicable: la finta es a la izquierda, el movimiento es a la derecha, el toque es hacia dentro, la pelota vuela hacia el exterior un Expediente X de puro talento en el que, efectivamente, la verdad está ahí fuera pero es tan intangible como inalcanzable.Para muestra un botón: el defensa ni siquiera puede hacerle falta.
Nadie ha conseguido emularlo, no hay un “Messi marcando gol a Inglaterra” y nadie ha logrado descifrar el código de retorcer lo imposible moldeando algo tan mundano como obligar a la pelota a cruzar la línea de meta, y hacerlo concentrando en la instantánea a Gardel, Baryshnikov, Dalí y Antonio Gades.

Dennis Bergkamp, el mago que fabricó del hielo el único gol inexplicable de la historia, se retiraba en mayo de 2006 viendo al Barcelona de Rikjaard y Ronaldinho levantar la Champions en París: ese día no sólo moría el penúltimo 10 (apenas un par de años antes colgaba las botas Roberto Baggio) y tocaba el cielo el último, sino que le salían sus primeros dientes al fútbol moderno, el de clembuterol y complejos contratos publicitarios… pero esa ya es otra historia.



Daniel Piñero