viernes, 13 de septiembre de 2013

Lo indecente

Parafraseando a esos imprescindibles punk-rockeros levantinos: vamos a ver si entendemos de una vez/ que es lo indecente y lo que no lo es.
El final del verano (léase agosto) y el inicio de los campeonatos de liga, acostumbra a arrastrar, aparte del inexorable regreso a los monos de trabajo, cuellos de camisa y horarios de siete tipos diferentes, el histérico baile de los fichajes, traspasos, cesiones… y de millones de euros, libras o de cualquier moneda inventada por el ser humano o signo que lo represente. Nos envuelve esa subasta de ganado en la que, a diferencia de la que sellaban nuestros abuelos con apretón de manos y chato de vino (con sus luces y sus sombras), se incurre sobradamente en la indecencia.
Lejos de lugares comunes que en el gremio se manejan, más propios de la jerga de burdel, y partiendo de los años luz que nos distancian hoy en día de aquél todo necio/confunde valor y precio que nos legó el poeta (dónde habrá quedado, el pobre) tampoco es tan difícil saber qué es lo indecente y qué no lo es.
Indecentes son tres cuartas partes del periodismo deportivo, que descaradamente miente, engaña, manipula y nos toma por el género bobo (por algo será). Indecentes son las cifras, indecentes son los modos, indecente es el mensaje, indecente es la brecha entre ricos y pobres, indecentes son los desequilibrios entre las divisiones del fútbol profesional, indecente es en general el negocio del fútbol en particular. E indecente es decir que 100 indecentes millones de euros se reintegran vendiendo indecentes camisetas: 100 millones, divididos entre los 70 euros del precio medio por indecente camiseta (siendo generosos) arrojan la imperiosa necesidad de vender 1.428.571 de elásticas siempre que el 100% de cada indecente camiseta fuera indecente beneficio para el indecente club, sin contar con los pedacitos de la tarta que por el camino se quedan la indecente marca deportiva y demás indecencias. Aunque bien mirado, casi más indecente es tragarse diciendo felizmente Amén Jesús.

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