Biosfera de Montreal. |
Llevaba tiempo dándole
vueltas (nunca mejor dicho) a la cabeza intentando escribir unas
líneas sobre el alfa y el omega de todo este monumental circo que hoy
es el fútbol, a saber, el balón, pelota, cuero, bola, esférico y
demás sinónimos, metáforas y asociaciones de ideas; todo ello sin
éxito, un poco por mi culpa, porque no daba con nada que me llenara
o, como diría Holden Caulfield, que me hiciera estar en vena, y un
mucho porque del tema ya se ha escrito lo que no está en los
escritos, valga la paradoja (origen, materiales, variantes, nombres y
mil manidos tópicos más) y no encontraba nada decente y/o
interesante que decir.
Pero una vez más el
Cosmos, por su cuenta y riesgo, hace que todo encaje como un puzle
sideral y en una sobremesa, antes de que los leones del Serengeti
ineludiblemente se zamparan su gacela de la hora del café, me topé
con una palabra que, no sólo me ha tenido obsesionado varios días,
sino que me ha servido de clave en lo que andaba buscando:
buckminsterfullereno.
Sentado lo anterior,
vayamos por partes, a ver si soy capaz de hilar esta lobanovskyana
digresión que intenta aunar fútbol, arquitectura y química :
Richard Buckminster Fuller, caballero que da nombre a la palabra de
mis obsesiones, nunca en su vida, que se sepa, le dio una patada a un
baúl, así que aparentemente poco o nada tuvo que ver con el
balompié; fue un arquitecto estadounidense, famoso por diseñar
cúpulas geodésicas basadas en pentágonos y hexágonos, siendo su
obra más famosa el pabellón norteamericano en la Exposición
Universal de 1967 en Montreal, hoy conocido como Bioesfera, ejemplo
de casi todas las cúpulas que podemos ver en los planetarios. Por
otro lado, con el Mundial de México de 1970 se presentaba un nuevo
tipo de balón que abandonaba el diseño de bandas alargadas al
estilo pelota de voleibol que había acompañado al fútbol desde su
nacimiento: un balón de fútbol de 20 hexágonos blancos y 12
pentágonos negros: el luego bautizado Adidas Telstar. Caminos
paralelos hasta ahora, opciones en campos del saber basadas en una
concreta y discutible idea de lo que es mejor.
Buckmisterfullereno o futboleno |
Pues bien, a todo ello ha
de sumarse que en 1985 se descubrió una molécula de Carbono en el
espacio (en la atmósfera de las estrellas gigantes roja, aunque
luego resultó que es ciertamente común en la Tierra), concretamente
una molécula esférica compuesta por 60 átomos de carbono con
alternancia de anillos de 5 y 6 átomos, esto es, estructurada en 32
pentágonos y hexágonos; al bautizar la molécula, sus descubridores
(premios Nobel, nada menos) se acordaron no de algo tan mundano como
un balón de fútbol, sino de las cúpulas del Señor Fuller y la
bautizaron con tan retorcido y pintoresco nombre.
El
backminsterfullereno, muy popular entre los científicos por su
belleza (y tanto) estructural y versatilidad, es un poliedro
verdaderamente curioso: forman una esfera cuyo interior está hueco,
siendo una estructura de elevada regularidad que presenta 32 caras,
20 de ellas con forma hexagonal y 12 con forma pentagonal,
distribuidos de forma tal que ningún pentágono comparte un lado con
otro pentágono (parece ser que eso desestabiliza la estructura). Que
me aspen si eso no es un Tango, un Azteca o, el mejor balón que mis
pies han hollado, un Etrusco Unico. Increíblemente, dos
disciplinas, artes o como queramos llamarlas en las antípodas,
fútbol y arquitectura, sin saberlo, convergían en su idea de la
perfección, con la bendición del propio Universo. Y digo sin
saberlo, porque la cronología de los hechos es harto curiosa: el
diseño de balón de fútbol de
20 hexágonos blancos y 12 pentágonos nació
con el mundial del 70; Richard Backminster Fuller murió en 1983,
aunque comenzó a trastear con sus creaciones de cúpulas geodésicas
en los años 40 del siglo pasado. Un nacimiento y una muerte años
antes del descubrimiento de la molécula que le da sentido a todo.
No es mi intención echar
leña al fuego del debate sobre la evolución de los balones con el
paso del clásico de treinta y dos pentágonos y hexágonos a la saga
de modernos balones iniciada en 2006 con el Adidas Teamgeist de
catorce piezas, en primer lugar porque ya elige el Dios
Mercadotecnia por nosotros y en segundo, porque cada uno tendrá sus
gustos, pero ahí lo dejo: lo que el Cosmos ha unido, que no lo
separe el Hombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario